Quiero compartir esta historia, la cual es una de mis favoritas; y preguntarte si te pareces a Yumbé?

El oasis de Yumbé

Ocurrió durante un verano muy caluroso. Una bandada de miles y miles de flamencos, volaba en busca de agua. Pero todos los ríos y lagunas estaban secos. Hacía tanto calor que se habían secado. Llevaban semanas volando y las fuerzas comenzaban a fallar. Si no encontraban pronto agua, todos morirían de sed.

Pero mientras atravesaban un desierto, sucedió la tragedia. Se levantó un fortísimo viento que acabó con las pocas fuerzas de los flamencos. Todos cayeron sobre las arenas del desierto y allí quedaron tirados bajo el ardiente sol. Nadie tenía fuerzas para volar. Era casi imposible que pudieran salvarse de aquella situación.

Las gentes que vivían en el desierto, al ver lo sucedido, vieron que era imposible ayudarles. Lo único que se podía hacer, era esperar a que murieran bajo el sol. La noticia recorrió el mundo entero. Vinieron las televisiones de todos los países para retransmitir aquellas imágenes. Todos se lamentaban de lo sucedido, pero nadie hacía nada para ayudarles.

Sólo un niño, que se llamaba Yumbé, hizo algo por ellos. A tres kilómetros de donde estaban los flamencos, había un oasis lleno de agua. Cogió a uno de ellos entre sus brazos y lo llevó andando hasta el oasis. Luego, volvió a ***** otro e hizo lo mismo. Y así una y otra vez. Yumbé no dejaba de hacer viajes llevando flamencos al oasis. Un hombre, al ver lo que estaba haciendo, se le acercó y le dijo:

- Pero niño, ¿qué estás haciendo?

- Pues salvando a los flamencos –respondió Yumbé.

Y el hombre, con voz muy seria, dijo:

- ¿Pero no te das cuenta de que eso es imposible? Son miles los que están agonizando en la arena. No conseguirás nada salvando a unos pocos. No vale la pena. Anda, vete a tu casa y no gastes fuerzas inútilmente.

Pero el niño contestó:

- Pregúntele a los siete flamencos que están bebiendo en el oasis, si vale la pena que yo les haya salvado.

Y el niño continuó su camino llevando el octavo flamenco entre sus brazos. El hombre quedó muy sorprendido por esta respuesta y, después de pensarlo un poco, se puso a hacer lo mismo que estaba haciendo Yumbé. Ya eran dos personas salvando flamencos.

En un día, todos los flamencos fueron llevados al oasis. No hubo ninguno que muriera de sed. Gracias a un niño que comenzó haciendo su parte, toda la bandada pudo salvarse.

Escrito por Roberto a las 08:54 am Hacer comentario (0)

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