TU PREGUNTA ES OBJETIVA Y TIENE UN SENTIDO BIEN CONSTRUCTIVO.
EN LO PERSONAL HE APRENDIDO A DECIR .....NOOOOO Y NO ES NOOOOOOOO., cuando considero que algo no me conviene o no es moral.
Por qué el miedo a decir no?
Algunas personas sufren cada vez que se han de negar a algo, bien sea por miedo a defraudar las expectativas de otros, bien por temor a no dar "la talla" o a no saber argumentar su negativa, o por simple pereza y comodidad. Se trata, en definitiva, del miedo a no ser valorados y queridos. Nuestra necesidad de ser valorados, atendidos y tenidos en cuenta, puede llevarnos -desde el espejismo que crea una autoestima poco asentada- a mostrar una constante disponibilidad a todo, lo que nos sume en una dependencia no sólo de los demás, sino de esa imagen desde la que actuamos, dejando de ejercer nuestro derecho a decir "no". Esa dependencia dificulta nuestra evolución personal, dinamita nuestra autoestima e imposibilita el libre ejercicio de la responsabilidad que propicia unas saludables y equilibradas relaciones de interdependencia con los demás, en las que decimos "sí" cuando lo consideramos adecuado y en las que mantenemos vigente la posibilidad a decir "no".
La fuerza del sí
Un "no" a secas resulta demasiado expeditivo; después del "no" conviene decir "sí", aunque sea a la postura contraria de la de nuestro interlocutor, proporcionando alternativas, exponiendo y defendiendo nuestros argumentos con convicción y firmeza pero eso sí, sin herir ni menospreciar a nadie. Y esto sólo es posible si previamente sabemos decir "no" sin sentirnos culpables por ello.
Cuando queremos decir "no" y, sin embargo, decimos "sí", estamos devaluando nuestro "sí", ya que, de puro rutinario, lo hemos despojado de su verdadero valor. Y devaluar nuestra afirmación es hacerlo con nuestro crédito como personas que sienten, piensan y tienen criterio propio. Equivale a devaluarnos ante los demás y ante nosotros mismos.
Hemos de buscar un equilibrio que nos permita ser tolerantes y comprensivos, pero siempre habilitando un espacio para expresar nuestros matices o discrepancias. Si cedemos siempre, nos estamos haciendo daño. Si no somos capaces de decir "no", pensaremos que a los demás les puede ocurrir lo mismo. Y cada vez que obtengamos una afirmación a algo que pedimos o comentamos, dudaremos de si realmente es una respuesta sincera, y por ende, si importamos a nuestro interlocutor.
Ser nosotros mismos
Conectar con nuestras necesidades, atender a lo que queremos y necesitamos, priorizar el cómo estamos en cada momento y situación, nos obliga a saber decir "no". En ocasiones, decir "no" deviene necesario para conocernos, para significarnos y mostrarnos al mundo tal como somos. Desde la sinceridad empática (acercándonos a la situación del interlocutor), entablaremos unas relaciones de autenticidad, en las que impere un diálogo más veraz, fluido y constructivo. Y podremos decir que sabemos con quién hablamos y cómo se encuentra la persona con la que lo hacemos. Hay demasiadas relaciones vacías, formales, vestidas de cordialidad y buenos modales. Una cosa es la sociabilidad y otra muy distinta, la hipocresía del "quedar bien" a toda costa.
Digamos "no" cuando queremos decir "no"
No nos sintamos culpables por decir "no".
Dar (adecuadamente) prioridad a nuestras necesidades, opiniones y deseos no es una manifestación de egoísmo, sino de responsabilidad, autoestima y madurez.
Decir "no" cuando lo consideramos justo o necesario es la mejor forma de comprobar en qué medida se nos valora y se nos quiere por cómo somos en realidad.
Permitámonos verificar que nuestras negativas no sólo no rompen vínculos con los demás, sino que plasman un compromiso de sinceridad, respeto (por los demás y por nosotros mismos), responsabilidad y autenticidad.
La confianza se fortalece cuando el diálogo y la interacción no se sustentan en falsos asentimientos y condescendencias.
Si ejercemos nuestro derecho a decir "no", podremos pensar que los demás hacen lo propio, y asentaremos una comunicación más fiable, veraz y fluida.
Lo malo es que se cuando tengo que decir que no......pero me enfrento a mi subconsciente en una batalla a muerte donde una parte dice "eso no esta bien" o "no te conviene dejalo" y yo por otro pues digo "venga aun puedo sacar mas partido de esto" o "voy a intentarlo asi de esta forma a ver si..." o "venga un poquito mas total soy joven.....cuando tenga ochenta años me controlare..."
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TU PREGUNTA ES OBJETIVA Y TIENE UN SENTIDO BIEN CONSTRUCTIVO.
EN LO PERSONAL HE APRENDIDO A DECIR .....NOOOOO Y NO ES NOOOOOOOO., cuando considero que algo no me conviene o no es moral.
Por qué el miedo a decir no?
Algunas personas sufren cada vez que se han de negar a algo, bien sea por miedo a defraudar las expectativas de otros, bien por temor a no dar "la talla" o a no saber argumentar su negativa, o por simple pereza y comodidad. Se trata, en definitiva, del miedo a no ser valorados y queridos. Nuestra necesidad de ser valorados, atendidos y tenidos en cuenta, puede llevarnos -desde el espejismo que crea una autoestima poco asentada- a mostrar una constante disponibilidad a todo, lo que nos sume en una dependencia no sólo de los demás, sino de esa imagen desde la que actuamos, dejando de ejercer nuestro derecho a decir "no". Esa dependencia dificulta nuestra evolución personal, dinamita nuestra autoestima e imposibilita el libre ejercicio de la responsabilidad que propicia unas saludables y equilibradas relaciones de interdependencia con los demás, en las que decimos "sí" cuando lo consideramos adecuado y en las que mantenemos vigente la posibilidad a decir "no".
La fuerza del sí
Un "no" a secas resulta demasiado expeditivo; después del "no" conviene decir "sí", aunque sea a la postura contraria de la de nuestro interlocutor, proporcionando alternativas, exponiendo y defendiendo nuestros argumentos con convicción y firmeza pero eso sí, sin herir ni menospreciar a nadie. Y esto sólo es posible si previamente sabemos decir "no" sin sentirnos culpables por ello.
Cuando queremos decir "no" y, sin embargo, decimos "sí", estamos devaluando nuestro "sí", ya que, de puro rutinario, lo hemos despojado de su verdadero valor. Y devaluar nuestra afirmación es hacerlo con nuestro crédito como personas que sienten, piensan y tienen criterio propio. Equivale a devaluarnos ante los demás y ante nosotros mismos.
Hemos de buscar un equilibrio que nos permita ser tolerantes y comprensivos, pero siempre habilitando un espacio para expresar nuestros matices o discrepancias. Si cedemos siempre, nos estamos haciendo daño. Si no somos capaces de decir "no", pensaremos que a los demás les puede ocurrir lo mismo. Y cada vez que obtengamos una afirmación a algo que pedimos o comentamos, dudaremos de si realmente es una respuesta sincera, y por ende, si importamos a nuestro interlocutor.
Ser nosotros mismos
Conectar con nuestras necesidades, atender a lo que queremos y necesitamos, priorizar el cómo estamos en cada momento y situación, nos obliga a saber decir "no". En ocasiones, decir "no" deviene necesario para conocernos, para significarnos y mostrarnos al mundo tal como somos. Desde la sinceridad empática (acercándonos a la situación del interlocutor), entablaremos unas relaciones de autenticidad, en las que impere un diálogo más veraz, fluido y constructivo. Y podremos decir que sabemos con quién hablamos y cómo se encuentra la persona con la que lo hacemos. Hay demasiadas relaciones vacías, formales, vestidas de cordialidad y buenos modales. Una cosa es la sociabilidad y otra muy distinta, la hipocresía del "quedar bien" a toda costa.
Digamos "no" cuando queremos decir "no"
No nos sintamos culpables por decir "no".
Dar (adecuadamente) prioridad a nuestras necesidades, opiniones y deseos no es una manifestación de egoísmo, sino de responsabilidad, autoestima y madurez.
Decir "no" cuando lo consideramos justo o necesario es la mejor forma de comprobar en qué medida se nos valora y se nos quiere por cómo somos en realidad.
Permitámonos verificar que nuestras negativas no sólo no rompen vínculos con los demás, sino que plasman un compromiso de sinceridad, respeto (por los demás y por nosotros mismos), responsabilidad y autenticidad.
La confianza se fortalece cuando el diálogo y la interacción no se sustentan en falsos asentimientos y condescendencias.
Si ejercemos nuestro derecho a decir "no", podremos pensar que los demás hacen lo propio, y asentaremos una comunicación más fiable, veraz y fluida.
Saludes de tu amiga VERO
Estoy aprendiendo.
Tienes que tener muy en cuenta tus balores y muy alta tu autoestima para poder decir no cuando algo no te conviene o simplemente no lo quieres hacer
claro, eso es básico en esta vida
=)
No..... me conviene contestar esta pregunta. En serio sé decir que NO a tiempo
Bueno, como todo el mundo a veces tardo en darme cuenta, pero en cuanto lo tengo claro, digo no y es no.
Si es necesario, digo no.
jajajja pues mira depende del dia, aun no tengo esa fuerza
Lo malo es que se cuando tengo que decir que no......pero me enfrento a mi subconsciente en una batalla a muerte donde una parte dice "eso no esta bien" o "no te conviene dejalo" y yo por otro pues digo "venga aun puedo sacar mas partido de esto" o "voy a intentarlo asi de esta forma a ver si..." o "venga un poquito mas total soy joven.....cuando tenga ochenta años me controlare..."
Sin ninguna duda, y me quedo de lo mas tranquilo..-
ojalá...pero muchas veces me ensarto...