Es una de las creencias más populares del llano y podría decirse que no existe un llanero que no haya escuchado hablar de ella.
Algunos habitantes y caminantes que se han tropezado con la bola de fuego tantas veces que ya no le tienen miedo. La bola de fuego es una luz que se desplaza a lo largo de la sabana, dando vueltas como si fuera una rueda. Cuando se ve cerca, fácilmente pueden distinguirse los ojos, la boca y otras partes del cuerpo como si fuera un esqueleto humano.
Dicen que cuando aparece es necesario decirle groserías para que se aleje, de lo contrato se viene encima y quema. Diversas versiones se tejen sobre el origen de la bola de fuego. Unos dicen que se trata de un obispo que por haber pecado anda en pena, otros que fueron dos madres que se pelearon y se lanzaron maldiciones, o el espíritu de una mujer que fue mala hija, o simplemente se trata de espíritus errantes que deambulan en el llano.
El rezo del pescado
Los indígenas sikuani, aseguran haber visto morir a mujeres jóvenes postradas y muy flacas. Según la creencia a estas mujeres no les “rezaron el pescado”. En esta comunidad el rezo del pescado es sagrado. La costumbre dice que desde que nazca una niña la madre se encarga de criarla, enseñándole sus labores en la aldea y los secretos para que más adelante pueda convivir con un hombre.
Lo ideal es que dentro de los primeros tres meses después de la menstruación la mujer tenga poco o ningún contacto con lo exterior, tiempo en el cual debe ir preparando su espíritu. No debe ir a bañarse al río porque, según los indígenas, los pescados se llevarían su alma y la pondrían a soñar con cosas materiales persuadiéndola del buen camino hasta que muere. Pasados los noventa días, el chamán (médico de la comunidad) organiza y preside una ceremonia en la que se reza un pescado y se nombran todas las clases de peces que hay en la región para que ninguno pueda hacerle daño a la mujer
El Silbador
Se dice que es el espanto de un hombre parrandero y mujeriego que murió solo y abandonado, y busca la compañía de alguien que cabalgue a altas horas de la noche por los senderos de la llanura. Otros dicen que persigue a las mujeres en estado de embarazo. Emite un silbido largo y agudo espeluznante y que hace sentir un frío intenso, que congela.
El Duende
Es un espíritu burlón que persigue a las mujeres, especialmente a las muchachas bonitas. Solo se deja ver de las mujeres a quienes persigue y se les presenta en forma de un niño que hace toda clase de muecas, le tira objetos pequeños y le propone amores. A las que acceden, les lleva frutas.
Al duende hay que decirle toda clase de groserías y en esa forma se retirará definitivamente. También se va si se toca música de cuerda porque se dice que así se acuerda de la música celestial.
Salir de noche a pescar en canoa por el río Arauca tiene sus riesgos. A quienes se atreven se les aparece un niño de oro, el cual conduce una canoa del mismo metal dorado.
El niño atrae engañosamente con su llanto la atención de los pescadores y al subirlo por curiosidad o por las ganas de ayudarlo, es tal su peso que se hunde, llevándose aferrado en sus pesadas manos a los pescadores inocentes hacia el fondo del río.
Mucho antes que José Eustacio Rivera, poeta epónimo del Llano y de la selva hubiese explorado líricamente el misterioso territorio de la Orinoquia en La Vorágine y, más poéticamente, en su Tierra de Promisión , ya en sus bancos de sabana, en sus matas de monte, en sus morichales, en sus vegas, en su manigua, florecían los endriagos, los mitos y las leyendas.
Quizá el primer alucinado por esos mitos y leyendas, aún antes de don Diego de Ordaz a quien se reputa como descubridor del río Meta, fue el conquistador alemán Jorge Spira, quien en 1536, abrió paso a la leyenda de El Dorado, en pos de cuyas fabulosas riquezas, después, los conquistadores españoles recorrieron a sangre y fuego desde el Cabo de la Vela hasta el imperio Inca y el Cuzco, su ciudad sagrada.
El Dorado, es la más intensa de las leyendas indoamericanas. La que más apasionó a los conquistadores iberos y germanos, sedientos más de oro que de gloria. La que hizo correr por las llanuras, las selvas y las montañas del recientemente descubierto Nuevo Mundo, más sangre aborigen, la que ocasionó más insurrecciones, rebeliones, traiciones y sumisiones.
El oro y su hechizo estuvo siempre presente en la concepción épica de la conquista, desde México con Hernán Cortés, hasta el Perú con Francisco Pizarro.
Esa leyenda, la de El Dorado, nació cuando Alonso de Herrera, domeñador de las tribus indígenas, tuvo conocimiento por comunicación oral aborigen que en el Mexa, Grameta o Metacuyá, tierras bañadas por el gran río Meta, sus caciques eran dueños de verdaderos tesoros auríferos extraídos de la tierra o de las arenas lavadas de los ríos.
Las otras, son leyendas de menor calado originadas en creencias religiosas, en temores ancestrales y, las más en los ancestrales hábitos indígenas. Que esas leyendas hubiesen nacido en las nuevas tierras descubiertas o hubiesen sido producto de la aculturación de los supersticiosos descubridores y conquistadores, es difícil, casi imposible, saberlo.
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Bola de Fuego
Es una de las creencias más populares del llano y podría decirse que no existe un llanero que no haya escuchado hablar de ella.
Algunos habitantes y caminantes que se han tropezado con la bola de fuego tantas veces que ya no le tienen miedo. La bola de fuego es una luz que se desplaza a lo largo de la sabana, dando vueltas como si fuera una rueda. Cuando se ve cerca, fácilmente pueden distinguirse los ojos, la boca y otras partes del cuerpo como si fuera un esqueleto humano.
Dicen que cuando aparece es necesario decirle groserías para que se aleje, de lo contrato se viene encima y quema. Diversas versiones se tejen sobre el origen de la bola de fuego. Unos dicen que se trata de un obispo que por haber pecado anda en pena, otros que fueron dos madres que se pelearon y se lanzaron maldiciones, o el espíritu de una mujer que fue mala hija, o simplemente se trata de espíritus errantes que deambulan en el llano.
El rezo del pescado
Los indígenas sikuani, aseguran haber visto morir a mujeres jóvenes postradas y muy flacas. Según la creencia a estas mujeres no les “rezaron el pescado”. En esta comunidad el rezo del pescado es sagrado. La costumbre dice que desde que nazca una niña la madre se encarga de criarla, enseñándole sus labores en la aldea y los secretos para que más adelante pueda convivir con un hombre.
Lo ideal es que dentro de los primeros tres meses después de la menstruación la mujer tenga poco o ningún contacto con lo exterior, tiempo en el cual debe ir preparando su espíritu. No debe ir a bañarse al río porque, según los indígenas, los pescados se llevarían su alma y la pondrían a soñar con cosas materiales persuadiéndola del buen camino hasta que muere. Pasados los noventa días, el chamán (médico de la comunidad) organiza y preside una ceremonia en la que se reza un pescado y se nombran todas las clases de peces que hay en la región para que ninguno pueda hacerle daño a la mujer
El Silbador
Se dice que es el espanto de un hombre parrandero y mujeriego que murió solo y abandonado, y busca la compañía de alguien que cabalgue a altas horas de la noche por los senderos de la llanura. Otros dicen que persigue a las mujeres en estado de embarazo. Emite un silbido largo y agudo espeluznante y que hace sentir un frío intenso, que congela.
El Duende
Es un espíritu burlón que persigue a las mujeres, especialmente a las muchachas bonitas. Solo se deja ver de las mujeres a quienes persigue y se les presenta en forma de un niño que hace toda clase de muecas, le tira objetos pequeños y le propone amores. A las que acceden, les lleva frutas.
Al duende hay que decirle toda clase de groserías y en esa forma se retirará definitivamente. También se va si se toca música de cuerda porque se dice que así se acuerda de la música celestial.
hola se mucho pero solo voy a decir uno:
El niño de oro
Salir de noche a pescar en canoa por el río Arauca tiene sus riesgos. A quienes se atreven se les aparece un niño de oro, el cual conduce una canoa del mismo metal dorado.
El niño atrae engañosamente con su llanto la atención de los pescadores y al subirlo por curiosidad o por las ganas de ayudarlo, es tal su peso que se hunde, llevándose aferrado en sus pesadas manos a los pescadores inocentes hacia el fondo del río.
ORINOQUIA, MITOS Y LEYENDAS
Mucho antes que José Eustacio Rivera, poeta epónimo del Llano y de la selva hubiese explorado líricamente el misterioso territorio de la Orinoquia en La Vorágine y, más poéticamente, en su Tierra de Promisión , ya en sus bancos de sabana, en sus matas de monte, en sus morichales, en sus vegas, en su manigua, florecían los endriagos, los mitos y las leyendas.
Quizá el primer alucinado por esos mitos y leyendas, aún antes de don Diego de Ordaz a quien se reputa como descubridor del río Meta, fue el conquistador alemán Jorge Spira, quien en 1536, abrió paso a la leyenda de El Dorado, en pos de cuyas fabulosas riquezas, después, los conquistadores españoles recorrieron a sangre y fuego desde el Cabo de la Vela hasta el imperio Inca y el Cuzco, su ciudad sagrada.
El Dorado, es la más intensa de las leyendas indoamericanas. La que más apasionó a los conquistadores iberos y germanos, sedientos más de oro que de gloria. La que hizo correr por las llanuras, las selvas y las montañas del recientemente descubierto Nuevo Mundo, más sangre aborigen, la que ocasionó más insurrecciones, rebeliones, traiciones y sumisiones.
El oro y su hechizo estuvo siempre presente en la concepción épica de la conquista, desde México con Hernán Cortés, hasta el Perú con Francisco Pizarro.
Esa leyenda, la de El Dorado, nació cuando Alonso de Herrera, domeñador de las tribus indígenas, tuvo conocimiento por comunicación oral aborigen que en el Mexa, Grameta o Metacuyá, tierras bañadas por el gran río Meta, sus caciques eran dueños de verdaderos tesoros auríferos extraídos de la tierra o de las arenas lavadas de los ríos.
Las otras, son leyendas de menor calado originadas en creencias religiosas, en temores ancestrales y, las más en los ancestrales hábitos indígenas. Que esas leyendas hubiesen nacido en las nuevas tierras descubiertas o hubiesen sido producto de la aculturación de los supersticiosos descubridores y conquistadores, es difícil, casi imposible, saberlo.
espero averte ayudado chau surte
uste es un ******