El libro de Judit, contenido en el Antiguo Testamento, ensalza a una mujer, a Judit ya que, gracias a ella, a su coraje y valor y también a su astucia, una vez más el pueblo judío vence a sus enemigos. Muestra como Dios, a menudo, escoge a los, aparentemente más débiles, para conseguir los propósitos más difíciles. Para los judíos y protestantes es un libro apócrifo y para los católicos deuterocanónico. No sabemos en qué idioma fue escrito, aunque sí se puede decir que la base de la versión griega, sin duda, era hebrea y que parece, según todos los indicios, que su autor pudo haber sido un fariseo palestino.
De todas maneras nos encontramos con una serie de anacronismos o errores históricos y geográficos tanto en los hechos de los personajes como en la ubicación. Para empezar se habla de Nabucodonosor como rey de Asiria cuando lo fue de Babilonia y, por poner otro ejemplo, la ciudad de Betulia, en donde suceden los hechos, es imposible de localizar, al margen de que las acciones de Holofernes son también difíciles de ubicar. No obstante, no es éste seguramente el propósito del autor del libro, a quien ni la historia ni la geografía parecen preocuparle mucho; más bien pretende ponderar las acciones de una mujer que se convierte en la estrella indiscutible del relato. No obstante, ésta aparece en el capítulo octavo. El autor anónimo quiere preparar al lector y presentarle una serie de acciones malvadas en los siete primeros capítulos para ponerlo del lado de Judit y justificar los medios que emplea, no demasiado morales, para salvar al pueblo judío. Holofernes, el general de Nabuconosor, es la personificación del mal y de los instintos más perversos, luego es justo, según el narrador, que le ocurra lo que le ocurre al final y es justo que Judit sea la protagonista de la hazaña.
Judith era una bella mujer judía y viuda que salvó al pueblo de Israel del ejército de Holofernes. Cuando el fin de Israel parecía inminente ante las fuerzas de su opresor, la bella dama se coló en la tienda del general para seducirle y Judit terminó cortándole la cabeza de Holofernes que estaba borracho e inconsciente.
Judit 13:4 Todos se habían retirado, y absolutamente nadie se había quedado en la tienda. Entonces Judit se puso de pie junto a la cama de Holofernes, y dijo interiormente: «Señor, Dios de todo poder, mira favorablemente lo que voy a hacer en este momento para gloria de Jerusalén. 5 Éste es el momento de ayudar a tu pueblo y de realizar mis planes para perdición de los enemigos que se han levantado contra nosotros.» 6 Se dirigió entonces al soporte de la cama, que estaba a la cabecera de Holofernes, descolgó la espada que él allí tenía 7 y, acercándose a la cama, le agarró la cabeza por el pelo y dijo: «¡Dame fuerzas, Señor, Dios de Israel, en este momento!» 8 Descargó entonces dos fuertes golpes en el cuello de Holofernes, y le cortó la cabeza.
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El libro de Judit, contenido en el Antiguo Testamento, ensalza a una mujer, a Judit ya que, gracias a ella, a su coraje y valor y también a su astucia, una vez más el pueblo judío vence a sus enemigos. Muestra como Dios, a menudo, escoge a los, aparentemente más débiles, para conseguir los propósitos más difíciles. Para los judíos y protestantes es un libro apócrifo y para los católicos deuterocanónico. No sabemos en qué idioma fue escrito, aunque sí se puede decir que la base de la versión griega, sin duda, era hebrea y que parece, según todos los indicios, que su autor pudo haber sido un fariseo palestino.
De todas maneras nos encontramos con una serie de anacronismos o errores históricos y geográficos tanto en los hechos de los personajes como en la ubicación. Para empezar se habla de Nabucodonosor como rey de Asiria cuando lo fue de Babilonia y, por poner otro ejemplo, la ciudad de Betulia, en donde suceden los hechos, es imposible de localizar, al margen de que las acciones de Holofernes son también difíciles de ubicar. No obstante, no es éste seguramente el propósito del autor del libro, a quien ni la historia ni la geografía parecen preocuparle mucho; más bien pretende ponderar las acciones de una mujer que se convierte en la estrella indiscutible del relato. No obstante, ésta aparece en el capítulo octavo. El autor anónimo quiere preparar al lector y presentarle una serie de acciones malvadas en los siete primeros capítulos para ponerlo del lado de Judit y justificar los medios que emplea, no demasiado morales, para salvar al pueblo judío. Holofernes, el general de Nabuconosor, es la personificación del mal y de los instintos más perversos, luego es justo, según el narrador, que le ocurra lo que le ocurre al final y es justo que Judit sea la protagonista de la hazaña.
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Judith era una bella mujer judía y viuda que salvó al pueblo de Israel del ejército de Holofernes. Cuando el fin de Israel parecía inminente ante las fuerzas de su opresor, la bella dama se coló en la tienda del general para seducirle y Judit terminó cortándole la cabeza de Holofernes que estaba borracho e inconsciente.
Judit 13:4 Todos se habían retirado, y absolutamente nadie se había quedado en la tienda. Entonces Judit se puso de pie junto a la cama de Holofernes, y dijo interiormente: «Señor, Dios de todo poder, mira favorablemente lo que voy a hacer en este momento para gloria de Jerusalén. 5 Éste es el momento de ayudar a tu pueblo y de realizar mis planes para perdición de los enemigos que se han levantado contra nosotros.» 6 Se dirigió entonces al soporte de la cama, que estaba a la cabecera de Holofernes, descolgó la espada que él allí tenía 7 y, acercándose a la cama, le agarró la cabeza por el pelo y dijo: «¡Dame fuerzas, Señor, Dios de Israel, en este momento!» 8 Descargó entonces dos fuertes golpes en el cuello de Holofernes, y le cortó la cabeza.