Estaba yo tumbado a la bartola, panza arriba en mi hoja, deslizándome tranquilamente con el movimiento del agua y escuchando cantar a los pájaros, tan bien, que no escuché el chapoteo que se producía a mí alrededor. De repente algo me subió de golpe a los cielos, abrí mis ojos y ¡sapo mío! Allí estaba ella, mirándome como si fuese un bicho raro. Presa del pánico quise escaparme, agité mi cuerpo rápidamente con el fin de soltarme de eso que no me dejaba respirar. Pero no lo conseguí, y forzado me vi a desistir del intento.
No podía ver nada, a la velocidad que subía y bajaba lo único que pude hacer, fue escupir las tres últimas moscas que me había comido hacía apenas media hora. De repente sucedió algo que no me esperaba. La criatura que me había capturado me elevó hasta la altura de su nariz y me besó. Luego descendí lentamente y me encontré en una fantástica charca llena de flores y plantas exóticas. ¿ Qué estaba pasando? ¿ Qué querría de mi aquella criatura tan rara?
-No quiero nada que tú no poseas , me dijo con voz cálida y serena.
-¿Cómo sabes lo que estaba pensando?- le pregunté asustado
-Es fácil, soy una bruja- contestó, -y puedo leer tus pensamientos
- ¿Qué es una bruja?, ¿De qué especie eres?, ¿Por qué me has traído aquí?
- Una bruja es una mujer mala y fea capaz de hacer cosas extraordinarias.
- Soy de la raza humana de la especie de los inmortales. De ti quiero la belleza interior aquella que yo no poseo y que llevo siglos persiguiendo-, contestó la bruja.
- No sé que belleza interior puede tener una rana como yo, si a mí lo único que me gusta es comer, dormir, soñar, amar y tomar el sol tumbado a la bartola-, dijo la rana.
-. No te preocupes, dijo la bruja , durante el tiempo que estés conmigo no sufrirás daño alguno. Eso sí, parte de él tendrás que dedicarlo a enseñarme a apreciar todo lo que tu tienes , y sobre todo, tendrás que enseñarme a reír y eso créeme, no es tarea fácil. A cambio, si lo consigues, yo te concederé el mayor de tus deseos. He de decirte que por naturaleza soy malvada, así que tendrás que aplicarte bien porque si no lo consigues puedo ser capaz de destruirte.
Durante la noche la pequeña rana tuvo que diseñar un plan para poder conseguir el mayor de sus deseos: salir lo más rápidamente de ese lugar tan oscuro y tan triste que le producía constantes escalofríos. Pensó soy una rana, sé como soy, y lo que quiere la bruja de mí, hacerla reír no debe de ser difícil, contándole unos cuantos chistes estará arreglado pero enseñar a amar a un ser malvado, de eso no tengo ni idea,
Al día siguiente y antes de que el sol se dejara mostrar, la rana se dirigió con cautela a la vieja casa donde habitaba la bruja con la intención de espiarla y averiguar datos sobre ella que le ayudaran a resolver su problema. Empujó suavemente la puerta,. Al levantar la mirada, se vio rodeado de botellas de mil colores, plantas resecas que colgaban de las vigas, y algún que otro diminuto animal muerto.
-¡Puag! ¿Qué es todo esto?- Se preguntó la rana.
- Es lo que necesito para realizar pócimas y algún que otro ungüento para curar males, aunque con ellas también realizo conjuros y encantamientos que me son útiles para hacer la maldad- contestó la bruja.
- Y ¿Por qué quieres hacerla? ¿Qué ganas con ello?- Preguntó la rana.
- ¡Poder!, ¡La satisfacción del Triunfo por encima de todo! Lo que más me satisface es conseguir que todos los seres han intentado destruirme y que me han tratado como algo horrible lo paguen caro. He dedicado toda una vida a ello y he conseguido ser temida por todos los habitantes del bosque. Pero me encuentro muy sola, vieja y cansada, quiero una vida diferente y tranquila y tú te vas a encargar de cambiarlo, eres feo como yo y he visto que los demás animales te respetan. Me ayudaras a que no tiemblen al oír mi nombre, ni huyan al verme. La rana comprendió, pero le dijo que eso no sería posible si ella seguía utilizando sus pócimas y conjuros, para hacer maldades, que el respeto se gana no se impone, así que tendría que someterse a las peticiones de la rana sin oponer resistencia, ya que de lo contrario no podría ayudarla . De repente la rana se dio cuenta que tendría que cambiar ese interior aterrador por uno bueno y fuerte capaz de soportar la furia de los vientos, los golpes del mar, la incandescencia del fuego y los desplazamientos de la tierra, uff dijo la rana, menudo lio, a ver como me las ingenio para conseguirlo.
Pasaron días hablando de sus vivencias. La bruja le enseñaba a fabricar con hojas secas infusiones que curaban y polvos a base de resina de árbol que servían de repelente y a cambio la rana le contaba chistes de sapos y moscas intentando conseguir que se riera, pero nada, no había forma, la bruja no movía ni un solo gesto de la cara.
Al amanecer de cada día compartían la salida del sol. La rana había conseguido ya que la bruja se quitara sus atuendos haraposos y expusiera su cuerpo al sol, como hacen las ranas para sentir su calor, hasta conseguir que se calentaran sus viejos huesos. Cada mañana le obligaba a bañarse en el río, le enseñó a nadar y a ejercitar sus músculos. Después tenía que comer fruta, una inmensa variedad de fruta, porque lo de comer animales ya se había acabado.. Le enseñó a organizar y planificar su tiempo dedicándolo a cosas productivas, como dar el grano a las gallinas, plantar semillas de árboles, aprender a disfrutar de la comida. También le cortó el pelo, le mostró que sus ojos y sus labios eran más bonitos cuando no utilizaba esas pinturas negras que borraban los rasgos de su cara. Comenzó a vislumbrarse un ser realmente bello de una terrible frescura. Incluso le dio la impresión de que su cuerpo se estiraba y rejuvenecía.
Mientras la bruja sentía abrirse ante sus ojos un mundo diferente. Comprendía la importancia de hacer las cosas por una misma y sin ayuda de ningún encantamiento. Este poder natural le producía cosquillas en el estomago, una increíble sensación de paz y un orgullo que nunca había conocido. A pesar de estos progresos seguía sin sonreír. ¿Qué ocurriría cuando lo consiguiese? . Pensaba que sus músculos estaban dormidos, aletargados con el tiempo, congelados por la maldad de sus pócimas. Quizás nunca podría ser perdonada, lo cual implicaba seguir condenada a la amargura.
Mientras, la rana, hizo limpieza en la casa de la bruja y pensó que si había rejuvenecido a la bruja, podía conseguir lo mismo con la casa. Abrió los enormes ventanales para que pudiera entrar la luz, tiró las enormes cortinas negras, y se deshizo de todos los objetos maliciosos que acumuló la bruja durante tanto tiempo. Había tantas cosas que cambiar que pensó que ella sola no podría. Le preguntó a la bruja si podía buscar la ayuda en sus amigos del bosque. Esta tarea era la mas complicada, porque debería convencerlos que la presencia de la bruja no les haría daño alguno.
Esta idea no le gustó a la bruja, tenía miedo a que la rana no volviese.
La rana le explicó que el miedo era algo con lo que ella había convivido durante demasiado tiempo y que iba siendo hora que empezara a confiar en si misma y en los demás. La bruja no quería dejar libre a la rana, pero tuvo que admitir que era el único camino si queria cambiar su vida. Haciendo un ademán de asentimiento la bruja consintió y le ayudó a preparar su diminuto equipaje.
Al verlo marchar se le humedecieron los ojos.
-¿Qué es esto? Estoy llorando, siento pena y su marcha me produce dolor. Que difícil es creer en sus palabras, ser paciente y confiar en él.
La rana sentía un vacío en el estomago al dejarla sola, era como si abandonase a un cachorro en medio de la oscuridad. Aceleró el paso para poder volverla a ver en cuanto hubiese cumplido su objetivo.
No anduvo mucho cuando se encontró con su querido amigo volador. Este era un diminuto gorrión que a menudo compartía baño en la charca con ella, mientras se entretenían comentando las hazañas de los ratones y de las rápidas ardillas que de vez en cuando se caían de los árboles cuando pretendían imitar a pájaros. La rana no tardó en explicar a su amigo el motivo de su ausencia. Le pidió abiertamente su ayuda para que la acompañara en su camino. Así fue, ambos se adentraron en el bosque y continuaron su búsqueda.
Pronto se hizo de noche y tuvieron que buscar un lugar seguro donde poder descansar. Sabían que debían mantenerse alerta ante la posible presencia de depredadores nocturnos. Debido a su tamaño eran presa fácil, así que decidieron hacer guardias de dos horas cada uno.
La rana dormía, volador escuchó un ruido de algo aproximándose rápidamente. Despertó bruscamente a la rana, alertándola del peligro.
- No te muevas- dijo la rana, -utilizaré estos polvos repelentes que me dió la bruja para ahuyentar a las alimañas.
Entonces vieron que era un ratón que huía a gran velocidad de una feroz lechuza que no desistía en el intento de comérselo. La rana con un gesto rápido y audaz lanzó los polvos al aire con tal destreza que cayeron justo en el temible pico de la lechuza. Esta estornudó tres veces y huyo desorientada. La rana y volador se abrazaron. Comprendieron que los poderes de la bruja podían ser utilizados para hacer el bien
El ratón, después de tomar aliento, dio las gracias a la rana y le preguntó como podía devolverle el favor. Estaba claro lo que la rana le iba a pedir. Y el ratón aceptó sin duda alguna.
Al amanecer continuaron su camino, la rana les detalló cual debería ser la función y el trabajo de cada uno cuando llegasen a la vieja casa.
- Volador, tu te encargarás de todas aquellas cosas que deban de ser trasladadas por el aire. Esta claro que necesitaras ayuda
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LA BRUJA Y LA RANA
Estaba yo tumbado a la bartola, panza arriba en mi hoja, deslizándome tranquilamente con el movimiento del agua y escuchando cantar a los pájaros, tan bien, que no escuché el chapoteo que se producía a mí alrededor. De repente algo me subió de golpe a los cielos, abrí mis ojos y ¡sapo mío! Allí estaba ella, mirándome como si fuese un bicho raro. Presa del pánico quise escaparme, agité mi cuerpo rápidamente con el fin de soltarme de eso que no me dejaba respirar. Pero no lo conseguí, y forzado me vi a desistir del intento.
No podía ver nada, a la velocidad que subía y bajaba lo único que pude hacer, fue escupir las tres últimas moscas que me había comido hacía apenas media hora. De repente sucedió algo que no me esperaba. La criatura que me había capturado me elevó hasta la altura de su nariz y me besó. Luego descendí lentamente y me encontré en una fantástica charca llena de flores y plantas exóticas. ¿ Qué estaba pasando? ¿ Qué querría de mi aquella criatura tan rara?
-No quiero nada que tú no poseas , me dijo con voz cálida y serena.
-¿Cómo sabes lo que estaba pensando?- le pregunté asustado
-Es fácil, soy una bruja- contestó, -y puedo leer tus pensamientos
- ¿Qué es una bruja?, ¿De qué especie eres?, ¿Por qué me has traído aquí?
- Una bruja es una mujer mala y fea capaz de hacer cosas extraordinarias.
- Soy de la raza humana de la especie de los inmortales. De ti quiero la belleza interior aquella que yo no poseo y que llevo siglos persiguiendo-, contestó la bruja.
- No sé que belleza interior puede tener una rana como yo, si a mí lo único que me gusta es comer, dormir, soñar, amar y tomar el sol tumbado a la bartola-, dijo la rana.
-. No te preocupes, dijo la bruja , durante el tiempo que estés conmigo no sufrirás daño alguno. Eso sí, parte de él tendrás que dedicarlo a enseñarme a apreciar todo lo que tu tienes , y sobre todo, tendrás que enseñarme a reír y eso créeme, no es tarea fácil. A cambio, si lo consigues, yo te concederé el mayor de tus deseos. He de decirte que por naturaleza soy malvada, así que tendrás que aplicarte bien porque si no lo consigues puedo ser capaz de destruirte.
Durante la noche la pequeña rana tuvo que diseñar un plan para poder conseguir el mayor de sus deseos: salir lo más rápidamente de ese lugar tan oscuro y tan triste que le producía constantes escalofríos. Pensó soy una rana, sé como soy, y lo que quiere la bruja de mí, hacerla reír no debe de ser difícil, contándole unos cuantos chistes estará arreglado pero enseñar a amar a un ser malvado, de eso no tengo ni idea,
Al día siguiente y antes de que el sol se dejara mostrar, la rana se dirigió con cautela a la vieja casa donde habitaba la bruja con la intención de espiarla y averiguar datos sobre ella que le ayudaran a resolver su problema. Empujó suavemente la puerta,. Al levantar la mirada, se vio rodeado de botellas de mil colores, plantas resecas que colgaban de las vigas, y algún que otro diminuto animal muerto.
-¡Puag! ¿Qué es todo esto?- Se preguntó la rana.
- Es lo que necesito para realizar pócimas y algún que otro ungüento para curar males, aunque con ellas también realizo conjuros y encantamientos que me son útiles para hacer la maldad- contestó la bruja.
- Y ¿Por qué quieres hacerla? ¿Qué ganas con ello?- Preguntó la rana.
- ¡Poder!, ¡La satisfacción del Triunfo por encima de todo! Lo que más me satisface es conseguir que todos los seres han intentado destruirme y que me han tratado como algo horrible lo paguen caro. He dedicado toda una vida a ello y he conseguido ser temida por todos los habitantes del bosque. Pero me encuentro muy sola, vieja y cansada, quiero una vida diferente y tranquila y tú te vas a encargar de cambiarlo, eres feo como yo y he visto que los demás animales te respetan. Me ayudaras a que no tiemblen al oír mi nombre, ni huyan al verme. La rana comprendió, pero le dijo que eso no sería posible si ella seguía utilizando sus pócimas y conjuros, para hacer maldades, que el respeto se gana no se impone, así que tendría que someterse a las peticiones de la rana sin oponer resistencia, ya que de lo contrario no podría ayudarla . De repente la rana se dio cuenta que tendría que cambiar ese interior aterrador por uno bueno y fuerte capaz de soportar la furia de los vientos, los golpes del mar, la incandescencia del fuego y los desplazamientos de la tierra, uff dijo la rana, menudo lio, a ver como me las ingenio para conseguirlo.
Pasaron días hablando de sus vivencias. La bruja le enseñaba a fabricar con hojas secas infusiones que curaban y polvos a base de resina de árbol que servían de repelente y a cambio la rana le contaba chistes de sapos y moscas intentando conseguir que se riera, pero nada, no había forma, la bruja no movía ni un solo gesto de la cara.
Al amanecer de cada día compartían la salida del sol. La rana había conseguido ya que la bruja se quitara sus atuendos haraposos y expusiera su cuerpo al sol, como hacen las ranas para sentir su calor, hasta conseguir que se calentaran sus viejos huesos. Cada mañana le obligaba a bañarse en el río, le enseñó a nadar y a ejercitar sus músculos. Después tenía que comer fruta, una inmensa variedad de fruta, porque lo de comer animales ya se había acabado.. Le enseñó a organizar y planificar su tiempo dedicándolo a cosas productivas, como dar el grano a las gallinas, plantar semillas de árboles, aprender a disfrutar de la comida. También le cortó el pelo, le mostró que sus ojos y sus labios eran más bonitos cuando no utilizaba esas pinturas negras que borraban los rasgos de su cara. Comenzó a vislumbrarse un ser realmente bello de una terrible frescura. Incluso le dio la impresión de que su cuerpo se estiraba y rejuvenecía.
Mientras la bruja sentía abrirse ante sus ojos un mundo diferente. Comprendía la importancia de hacer las cosas por una misma y sin ayuda de ningún encantamiento. Este poder natural le producía cosquillas en el estomago, una increíble sensación de paz y un orgullo que nunca había conocido. A pesar de estos progresos seguía sin sonreír. ¿Qué ocurriría cuando lo consiguiese? . Pensaba que sus músculos estaban dormidos, aletargados con el tiempo, congelados por la maldad de sus pócimas. Quizás nunca podría ser perdonada, lo cual implicaba seguir condenada a la amargura.
Mientras, la rana, hizo limpieza en la casa de la bruja y pensó que si había rejuvenecido a la bruja, podía conseguir lo mismo con la casa. Abrió los enormes ventanales para que pudiera entrar la luz, tiró las enormes cortinas negras, y se deshizo de todos los objetos maliciosos que acumuló la bruja durante tanto tiempo. Había tantas cosas que cambiar que pensó que ella sola no podría. Le preguntó a la bruja si podía buscar la ayuda en sus amigos del bosque. Esta tarea era la mas complicada, porque debería convencerlos que la presencia de la bruja no les haría daño alguno.
Esta idea no le gustó a la bruja, tenía miedo a que la rana no volviese.
La rana le explicó que el miedo era algo con lo que ella había convivido durante demasiado tiempo y que iba siendo hora que empezara a confiar en si misma y en los demás. La bruja no quería dejar libre a la rana, pero tuvo que admitir que era el único camino si queria cambiar su vida. Haciendo un ademán de asentimiento la bruja consintió y le ayudó a preparar su diminuto equipaje.
Al verlo marchar se le humedecieron los ojos.
-¿Qué es esto? Estoy llorando, siento pena y su marcha me produce dolor. Que difícil es creer en sus palabras, ser paciente y confiar en él.
La rana sentía un vacío en el estomago al dejarla sola, era como si abandonase a un cachorro en medio de la oscuridad. Aceleró el paso para poder volverla a ver en cuanto hubiese cumplido su objetivo.
No anduvo mucho cuando se encontró con su querido amigo volador. Este era un diminuto gorrión que a menudo compartía baño en la charca con ella, mientras se entretenían comentando las hazañas de los ratones y de las rápidas ardillas que de vez en cuando se caían de los árboles cuando pretendían imitar a pájaros. La rana no tardó en explicar a su amigo el motivo de su ausencia. Le pidió abiertamente su ayuda para que la acompañara en su camino. Así fue, ambos se adentraron en el bosque y continuaron su búsqueda.
Pronto se hizo de noche y tuvieron que buscar un lugar seguro donde poder descansar. Sabían que debían mantenerse alerta ante la posible presencia de depredadores nocturnos. Debido a su tamaño eran presa fácil, así que decidieron hacer guardias de dos horas cada uno.
La rana dormía, volador escuchó un ruido de algo aproximándose rápidamente. Despertó bruscamente a la rana, alertándola del peligro.
- Rápido, despierta, escucha- dijo volador, -algo se aproxima hacía nosotros ¿qué hacemos?
- No te muevas- dijo la rana, -utilizaré estos polvos repelentes que me dió la bruja para ahuyentar a las alimañas.
Entonces vieron que era un ratón que huía a gran velocidad de una feroz lechuza que no desistía en el intento de comérselo. La rana con un gesto rápido y audaz lanzó los polvos al aire con tal destreza que cayeron justo en el temible pico de la lechuza. Esta estornudó tres veces y huyo desorientada. La rana y volador se abrazaron. Comprendieron que los poderes de la bruja podían ser utilizados para hacer el bien
El ratón, después de tomar aliento, dio las gracias a la rana y le preguntó como podía devolverle el favor. Estaba claro lo que la rana le iba a pedir. Y el ratón aceptó sin duda alguna.
Al amanecer continuaron su camino, la rana les detalló cual debería ser la función y el trabajo de cada uno cuando llegasen a la vieja casa.
- Volador, tu te encargarás de todas aquellas cosas que deban de ser trasladadas por el aire. Esta claro que necesitaras ayuda