Un abuelo, una madre y un niño van al velatorio el doctor del pueblo, son casi los únicos; el pueblo no perdona al doctor que no socorriera a un moribundo.
La muerte de una persona y su cortejo, la muerte del pueblo y su procesión: a través de los ojos del niño te paseas por los fríos y tristes alrededores de la muerte y del velatorio; los mismos ojos te cuentan el ocaso del pueblo; fundidas sus riquezas y apagado su esplendor por las guerras y las crisis; esas mismas que llenaron las calles y las casas de "una hojarasca formada de desperdicios naturales y humanos".
De pronto, como si un remolino hubiera echado raíces en el centro del pueblo, llegó la compañía bananera perseguida por la hojarasca. Era una hojarasca revuelta, alborotada, formada por los desperdicios humanos y materiales de los otros pueblos: rastrojos de una guerra civil que cada vez parecía más remota e inverosímil. La hojarasca era implacable. Todo lo contaminaba de su revuelto olor multitudinario, olor de secreción a flor de piel y de recóndita muerte
De pronto, llegó la compañÃa bananera perseguida por “la hojarasca”(era una hojarasca revuelta, alborotada, formada por los desperdicios humanos y materiales de los otros pueblos: rastrojos de una guerra civil que cada vez parecÃa más remota e inverosÃmil.) La hojarasca era implacable, contaminando todo de su revuelto olor multitudinario, olor de secreción a flor de piel y de recóndita muerte.
La Hojarasca nos muestra, la ideologÃa de un patriciado liberal en crisis es, en apariencia, el punto de vista ideológico que organiza el desarrollo del relato, pues el verdadero propósito de la novela es la "representación-evaluación" del advenimiento (¿de la postergación?) de la modernidad en Colombia.
El elemento responsable del sentido en el texto de la novela, es una formación social que enmarca el desarrollo histórico de la región caribeña colombiana dentro de la caracterización de Pueblo Nuevo y la opone a la de los "Pueblos Testimonios" de la región Andina. Esta formación social implica, como ya se dijo, la eliminación-obliteración de la población autóctona y la importación de mano de obra esclava, en primera instancia, y luego, asalariada, producto de los flujos migratorios tan importantes en la conformación de todas las sociedades del Caribe.
La estructura ideológica se refleja en la obra a partir de la deshumanización de los guajiros vasallos del Coronel. AsÃ, para Isabel son "animales amaestrados en un circo" , para el niño "cuatro cuervos en un caballete" y para el Coronel, una posesión, por eso los llama "mis hombres" . Como señala Vargas Llosa, los guajiros "apenas son personas: meras presencias, se confunden con las vigas, con el catre solitario, con el ataúd."
Los monólogos del niño son la representación de un despertar, de una iniciación: "Por primera vez he visto un cadáver", "He pasado frente al espejo de la sala y me he visto de cuerpo entero", "...Y he pensado: ese soy yo, como si hoy fuera domingo". El niño aparece, entonces, como sÃmbolo de ese pueblo naciente, nuevo, inocente, en proceso de aprendizaje. Un pueblo sin pasado mÃtico y sin conciencia de futuro. De ahà que la narración del niño se desarrolle casi siempre en presente.
Del mismo modo , la novela patenta la emergencia de una visión caribeña sui generis que instituye valores igualmente singulares, en marcada oposición a los valores occidentales fundamentados en la moral cristiana, introduciendo, de paso, un nuevo tipo de figuras "heroicas" que, como lo señala el profesor Avella , no siguen las reglas del juego sino que se juegan la regla.
La figura del sacerdote en “no religioso" parece surgir de una tendencia social y religiosa escenificada a partir del Segundo Concilio Vaticano en una nueva generación de sacerdotes que, en palabras de Jaime Eduardo Jaramillo, "expresan una visión notablemente más secularizada que muchos de sus antecesores expresada en una enseñanza religiosa más moderna, tolerante y pragmática"
El juego de las reglas se puede ver en la conversación del alcalde con el Coronel acerca del entierro del doctor. El alcalde se erige como el deshonesto, el hombre que se enfrenta al mundo adverso y sobrevive en una situación precaria jugándose la regla: "Y entonces comprendo que es deliberadamente ilógico, que está inventando trabas para impedir el entierro." Es aquà donde la desestabilización de esa visión del mundo occidental, lógica y racional, llega a su punto máximo. Es la visión caribe, anti-lógica y entrópica la que organiza claramente el desarrollo del relato y las relaciones de los personajes, pues el Coronel comienza a tener una visión menos ortodoxa: "Coronel, esto podrÃamos arreglarlo de otro modo. Y yo, sin darle tiempo a terminar, le digo: «Cuánto»" .
Para concluir señalar que La Hojarasca , primera novela de GarcÃa Márquez, cabe analizarla a la luz de los procesos socio-históricos que configuraron la región caribeña colombiana (modernización, procesos identitarios, de urbanización, de poblamiento) y presentar una lectura sociocrÃtica de la misma que ilustre la emergencia de una visión Caribe del mundo al lado de la mise en abime de un proceso de transformación socio-económica de un Pueblo Nuevo como elementos estructurantes del relato y como manifestaciones de una manera especular de ver la realidad
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Un abuelo, una madre y un niño van al velatorio el doctor del pueblo, son casi los únicos; el pueblo no perdona al doctor que no socorriera a un moribundo.
La muerte de una persona y su cortejo, la muerte del pueblo y su procesión: a través de los ojos del niño te paseas por los fríos y tristes alrededores de la muerte y del velatorio; los mismos ojos te cuentan el ocaso del pueblo; fundidas sus riquezas y apagado su esplendor por las guerras y las crisis; esas mismas que llenaron las calles y las casas de "una hojarasca formada de desperdicios naturales y humanos".
De pronto, como si un remolino hubiera echado raíces en el centro del pueblo, llegó la compañía bananera perseguida por la hojarasca. Era una hojarasca revuelta, alborotada, formada por los desperdicios humanos y materiales de los otros pueblos: rastrojos de una guerra civil que cada vez parecía más remota e inverosímil. La hojarasca era implacable. Todo lo contaminaba de su revuelto olor multitudinario, olor de secreción a flor de piel y de recóndita muerte
espero te sirva,un saludo
en el rincón del vago
bueno creo que en paginas de colombia las puedes encontrar pero si no estoy mal en el ricondelvago pues encontrar algo que te sirve
chaoo
RESUMEN DE LA OBRA:
La hojarasca, trata de la historia del entierro de un hombre, un médico misterioso y odiado, al que sus vecinos quieren dejar insepulto. Al mismo tiempo es la historia del odio acumulado durante veinticinco años en Macondo, un lugar llamado a ser, pocos años después, famoso en el mundo entero.
La obra comienza con la muerte de un médico innominado, que cayó en desgracia con el pueblo de Macondo y que un buen dÃa decidió ahorcarse, para mostrarse por primera vez, como dice Gabo, "cómodamente muerto", en el velatorio del doctor del pueblo.
La historia es narrada a través de los monólogos de tres personajes de una misma familia: un viejo coronel (el abuelo), Isabel (hija del coronel), y el hijo de Isabel.
A través de los ojos del niño, te puedes pasear por los frÃos y tristes alrededores de la muerte y del velatorio (la muerte de una persona y su cortejo, la muerte del pueblo y su procesión); los mismos ojos te cuentan el ocaso del pueblo; fundidas sus riquezas y apagado su esplendor por las guerras y las crisis; esas mismas que llenaron las calles y las casas de "una hojarasca formada de desperdicios naturales y humanos".
De pronto, llegó la compañÃa bananera perseguida por “la hojarasca”(era una hojarasca revuelta, alborotada, formada por los desperdicios humanos y materiales de los otros pueblos: rastrojos de una guerra civil que cada vez parecÃa más remota e inverosÃmil.) La hojarasca era implacable, contaminando todo de su revuelto olor multitudinario, olor de secreción a flor de piel y de recóndita muerte.
En el texto coexisten dos fuerzas antagónicas e irreconciliables que presentan dos visiones del mundo, igualmente opuestas. "Nosotros", paradigma del orden (conformado por las familias fundadoras de Macondo y representado por la figura mÃtica del Coronel), tiene como oponente al cantante "hojarasca" (formado por los desplazados de las guerras civiles alentados por la oportunidad de trabajo que abre la llegada de la compañÃa extranjera a Macondo), paradigma de lo entrópico que instituye nuevos héroes contradictores de los valores occidentales y lleva a cabo un proceso de organización desintegradota.
Todo enmarcado dentro de un proceso de evolución histórica de la región del norte-costera de Colombia, basado en la "eliminación del elemento autóctono y en la importación de población nueva. Como resultado obtenemos una sociedad básicamente compuesta por gente recién llegada “ los recién llegados” ( expresión aparece en el prólogo de la novela) y un sincretismo cultural y racial que genera esa visión del mundo completamente nueva y original.
La Hojarasca nos muestra, la ideologÃa de un patriciado liberal en crisis es, en apariencia, el punto de vista ideológico que organiza el desarrollo del relato, pues el verdadero propósito de la novela es la "representación-evaluación" del advenimiento (¿de la postergación?) de la modernidad en Colombia.
El elemento responsable del sentido en el texto de la novela, es una formación social que enmarca el desarrollo histórico de la región caribeña colombiana dentro de la caracterización de Pueblo Nuevo y la opone a la de los "Pueblos Testimonios" de la región Andina. Esta formación social implica, como ya se dijo, la eliminación-obliteración de la población autóctona y la importación de mano de obra esclava, en primera instancia, y luego, asalariada, producto de los flujos migratorios tan importantes en la conformación de todas las sociedades del Caribe.
En la novela, esta formación social se ve a través de tres articuladores semióticos: la figura del extranjero, la desaparición de Meme y la deshumanización de los guajiros, y a través de la técnica del metarrelato o relato espejo.
Macondo, pueblo reciente conformado por recién llegados (solo tiene unos 30 años, la edad de Isabel) y el propósito último de la novela es precisamente mostrar ese origen cercano, esa "novedad" y su evolución. La intención del autor probablemente es buscar su origen, escudriñar su identidad, responderse a la pregunta: ¿De donde vengo? "De extranjeros, de recién llegados", parece ser la respuesta. Por eso son ellos los dinamizadores de la trama de la novela. El relato gira en torno al extranjero médico; el liderazgo en el pueblo es ejercido por el cachorro, otro recién llegado; MartÃn ejerce singular atracción sobre las mujeres de Macondo, e incluso, sobre el coronel; el coronel mismo es un recién llegado. Las uniones en el pueblo de las que tenemos conocimiento se dan siempre con extranjeros: Meme-Médico, Isabel-MartÃn, Genoveva-Titiriteros, signo inequÃvoco de la tendencia integracionista y de la tendencia al sincretismo de las sociedades caribeñas.
En el texto aparece una semiótica referida a lo foráneo como elemento integral y constitutivo de Macondo: "La hojarasca volteó y salió a recibirlo y con la vuelta perdió el impulso, pero logró unidad y solidez; y sufrió el natural proceso de fermentación y se incorporó a los gérmenes de la tierra."
Si uno de los rasgos de los pueblos contiguos al mar Caribe fue el extermino casi total de la población autóctona, nos preguntamos por qué aparecen indÃgenas en un texto que pretende erigirse como imagen especular de la región donde se desarrolla; y, adicionalmente, y aún más intrigante: ¿Por qué guajiros? Cabe recordar, señalar que "el contacto de los españoles con la población indÃgena, tuvo drásticos efectos sobre ésta" y como el mismo autor continúa diciendo "los indÃgenas fueron reemplazados por negros traÃdos de las antillas y del Africa, con lo cual se incidÃa en la modificación de la encomienda como sistema de producción ante la impresionante desaparición de los indÃgenas."
En el texto se convierte este proceso de exterminio a partir de un articulador semiótico: la desaparición de la india Meme y su descendencia. Este, a su vez, se articula discursivamente a través de la oposición del discurso oficial del extranjero "causante del exterminio": "en cuanto a Meme nos dio una explicación que habrÃa podido parecer pueril, pero que fue dicha por él con el mismo acento con que habrÃa dicho su verdad. Dijo que Meme se habÃa ido, eso era todo". AsÃ, a través del discurso no-oficial portado por un pasquÃn: "Pero en el pasquÃn que apareció en esta esquina se decÃa que el médico asesinó a su concubina y le dio sepultura en el huerto"
En la obra se utiliza la técnica del dato escondido, en cuanto a la descendencia indÃgena, es decir, "narración por omisión o por omisiones significativas, silenciando temporal o definitivamente ciertos datos de la historia para dar más relieve o fuerza narrativa a esos mismos datos que han sido momentánea o totalmente suprimidos", principio de organización narrativa muy apropiado para este caso, pues el discurso oficial, el del extranjero, es el que oculta y omite el dato: "DÃgame una cosa, doctor: ¿Qué fue de la criatura? El no modificó la expresión: ¿Qué criatura, coronel?", "Tiene razón, coronel. Hasta me habÃa olvidado de eso", con esto, el autor y su región, se explican, se piensan. Sin embargo, aún queda por resolver el hecho más intrigante en este sentido: ¿Por qué guajiros? La respuesta parece residir, en mi opinión, en una formación social mucho más especÃfica que se presenta en el departamento del Gran Magdalena, una de las subregiones de la costa Caribe colombiana, compuesta hasta los años sesenta por las regiones del Magdalena, La Guajira y El Cesar, territorios sobre los cuales la ciudad de Santa Marta ejercÃa importante influencia como capital. Según Adriana Mercedes Corso, "las actividades administrativas de la gobernación, las sesiones de la Asamblea Departamental, la oferta de servicios financieros (v. gr. la Caja Agraria) para esos territorios se realizaban en Santa Marta y se ofrecÃa educación de calidad en el Liceo Celedón, claustro en el cual se formaron muchos cesarenses y guajiros." Producto de esa situación de primacÃa, encontramos una formación ideológica que señala la superioridad de los samarios y la inferioridad de los guajiros, tendencia xenofóbica que señala la categorización de vasallos para los últimos y señores para los primeros. Es por eso que el pueblo ve con 'malos ojos' la actitud de Meme de pretender ser una señora y está a punto de apedrearla: "Meme se habÃa presentado a la iglesia, adornada como una cualquiera elevada a la categorÃa de señora". Y por eso Isabel la ve "vestida más como un pesebre de navidad que como una señora"
La estructura ideológica se refleja en la obra a partir de la deshumanización de los guajiros vasallos del Coronel. AsÃ, para Isabel son "animales amaestrados en un circo" , para el niño "cuatro cuervos en un caballete" y para el Coronel, una posesión, por eso los llama "mis hombres" . Como señala Vargas Llosa, los guajiros "apenas son personas: meras presencias, se confunden con las vigas, con el catre solitario, con el ataúd."
El relato espejo:
La parte mas importante de la mise en abime de la región caribeña hecha por el autor esta en la narración hecha por el niño. La pregunta obligada parece ser: ¿Por qué es el niño quien inicia y termina narrando en La Hojarasca, si el desconoce en su mayorÃa los datos de la historia? Mi hipótesis se orienta a que la inserción de su narración no tiene nada que ver con la historia del doctor narrada por los otros dos personajes, y a que, más bien, estamos en presencia de un metarrelato o relato espejo que pretende ser una explicación, una revelación del propósito central de la novela: la formación de un pueblo nuevo o pueblo caribeño.
Los monólogos del niño son la representación de un despertar, de una iniciación: "Por primera vez he visto un cadáver", "He pasado frente al espejo de la sala y me he visto de cuerpo entero", "...Y he pensado: ese soy yo, como si hoy fuera domingo". El niño aparece, entonces, como sÃmbolo de ese pueblo naciente, nuevo, inocente, en proceso de aprendizaje. Un pueblo sin pasado mÃtico y sin conciencia de futuro. De ahà que la narración del niño se desarrolle casi siempre en presente.
Si bien el personaje que tiene relación con el Mersault de Camus es el médico, el discurso existencial aflora, de manera explÃcita, en los monólogos del niño como signo inequÃvoco de esa búsqueda identitaria, de esa filosofÃa del ser. GarcÃa Márquez, al igual que Hector Rojas Herazo, poeta y compañero del grupo de Cartagena, "sigue la lÃnea heidegeriana del existencialismo ateo en la que el ser no se concibe de modo indirecto por vÃa del pensamiento intelectivo sino tan solo directamente revelándose al hombre a través de su existencia personal". Como en el autor sucreño, el conocimiento del mundo se hace a través de los sentidos asà lo vemos en frases como : "veo que tienen la cabeza acerada y un pañuelo amarrado a la mandÃbula.", "veo que tiene la boca un poco abierta" , "Y sentà ese olor a desperdicios" , "y oigo a lo lejos el pito del tren que se pierde en la última vuelta", "Yo conozco los cuartos por el olor".
La aparición del discurso existencial se explica, "en razón a una formación ideológica asociada al centralismo como actitud dominante en Colombia desde la década del 40 que de acuerdo con Jacques Gilard, se mostraba 'inmune a las disonancias de unas periferias cuya existencia no se reconocÃa sino en dosis homeopáticas' y que a finales de los 40 fue defendida y sustentada por el suplemento literario del periódico El tiempo, por unos años la publicación cultural de más amplia difusión en el paÃs y cuyos colaboradores (Germán Arciniegas, Eduardo Caballero Calderón, entre otros) eran enemigos acérrimos del pensamiento existencialista". El mismo GarcÃa Márquez corrobora su apego al existencialismo en una entrevista con José Luis DÃaz-Granados, al ser consultada su opinión sobre un cuento de éste último: "Está bueno el cuento. Pero no es existencialista."
Asi vemos que, la narración del niño se constituye en metarrelato, es decir, relato que habla de sà mismo; en relato espejo que se constituye en 'señal' del texto básico que ayuda a clarificar el propósito central de éste.
Visión caribe del mundo y panteón de héroes caribeños
Del mismo modo , la novela patenta la emergencia de una visión caribeña sui generis que instituye valores igualmente singulares, en marcada oposición a los valores occidentales fundamentados en la moral cristiana, introduciendo, de paso, un nuevo tipo de figuras "heroicas" que, como lo señala el profesor Avella , no siguen las reglas del juego sino que se juegan la regla.
PERSONAJES:
De los personajes que caben resaltar en la novela es, quizá, El Cachorro, la representación del anti-sacerdote, religioso que no preconiza las bondades de la moral cristiana, defiende a un ateo y no lee la Biblia. El Cachorro es poco ortodoxo y menos doctrinario y, por tanto, muy caribe. Es uno de los representantes del desorden y aunque nació en el pueblo, también es un extranjero que llegó junto con la hojarasca. Para todos tiene caracterÃsticas heroicas, incluso para el coronel, representante del orden, por ello es uno de los elementos que corrobora la desestabilización de la visión del mundo occidental y de la ideologÃa conservadora-moralista que va de la mano con ella por parte de la visión caribeña.
La figura del sacerdote en “no religioso" parece surgir de una tendencia social y religiosa escenificada a partir del Segundo Concilio Vaticano en una nueva generación de sacerdotes que, en palabras de Jaime Eduardo Jaramillo, "expresan una visión notablemente más secularizada que muchos de sus antecesores expresada en una enseñanza religiosa más moderna, tolerante y pragmática"
El cachorro, a su vez, determina otra figura en el panteón caribe: el almanaque Bristol, reemplazando a uno de los sÃmbolos más sagrados del mundo occidental: La Biblia. El mismo Coronel lo deja ver: "De todos modos, lo que suceda tenÃa que suceder, como si lo hubiera anunciado el almanaque." Claro está que el ataque de GarcÃa Márquez a la religión, en este sentido, también se encuentra ligado al papel de la iglesia católica como aparato ideológico y represivo del Estado durante la hegemonÃa conservadora de mitad de siglo.
La otro personaje heroico caribeño reflejada en la novela, es la del trickster, tal vez la de mayor recurrencia en las manifestaciones folclóricas de todo el gran Caribe (recordemos a Ananse, por ejemplo). MartÃn, el esposo de Isabel, es la clara representación del ser astuto que logra engañar a todos valiéndose de los más ingeniosos ardides, consiguiendo la admiración de todos por ello. AsÃ, MartÃn desposa a Isabel con el objetivo de ganarse la confianza del Coronel y llevar a cabo una empresa con el respaldo de los bienes de éste. A pesar de que ha desaparecido desde hace nueve años, el Coronel piensa: "han transcurrido nueve años pero no por ello tengo derecho a pensar que era un estafador. No tengo derecho a pensar que su matrimonio fue apenas una coartada para persuadirme de su buena fé." . Sin embargo, en el fondo, el Coronel sabe que ha sido engañado por un especialista en timos y por eso señala más adelante: "si ambos nos equivocamos al confiar en MartÃn, corre como error compartido". Además, el coronel deja entrever cierta admiración por el astuto joven: "llegó a mi casa con un saco de cuatro botones, segregando juventud y dinamismo por todos los poros, envuelto en una luminosa atmósfera de simpatÃa" . Isabel advierte esa situación: "MartÃn parecÃa vinculado a mi padre por una entrañable y sólida amistad y éste hablaba de aquél como si fuera él y no yo quien iba a casarse con MartÃn".
El juego de las reglas se puede ver en la conversación del alcalde con el Coronel acerca del entierro del doctor. El alcalde se erige como el deshonesto, el hombre que se enfrenta al mundo adverso y sobrevive en una situación precaria jugándose la regla: "Y entonces comprendo que es deliberadamente ilógico, que está inventando trabas para impedir el entierro." Es aquà donde la desestabilización de esa visión del mundo occidental, lógica y racional, llega a su punto máximo. Es la visión caribe, anti-lógica y entrópica la que organiza claramente el desarrollo del relato y las relaciones de los personajes, pues el Coronel comienza a tener una visión menos ortodoxa: "Coronel, esto podrÃamos arreglarlo de otro modo. Y yo, sin darle tiempo a terminar, le digo: «Cuánto»" .
ESTILO:
Finalmente, cabe resaltar que La Hojarasca es obra fundacional del Caribe Colombiano, en tanto se erige como espejo de su evolución histórica a través de la duplicación de las estructuras socio-históricas que dieron origen a ella. El texto presenta, paralelamente, una visión del mundo particular a la región caribeña que emerge desestabilizando e imponiéndose, en definitivas, a la visión aparentemente dominante, la visión del mundo occidental, cristiano-moralista, e instaurando, de paso, un nuevo "panteón heróico" que contraviene los valores y patrones axiomáticos introducidos por esa moral cristiana.
En el texto, este propósito se refleja al establecerse una red semiótica que apunta hacia el realce de lo extranjero, de lo recién llegado, y al rebajamiento de lo autóctono. Del mismo modo se logra a partir de la introducción de la técnica del relato espejo y del discurso existencial y a través de la utilización de héroes investidos de anti-valores, anversos de los arquetipos tradicionales.
La suposición de que Remedios, la bella, poseÃa poderes de muerte, estaba entonces sustentada por cuatro hechos irrebatibles. Aunque algunos hombres ligeros de palabra se complacÃan en decir que bien valÃa sacrificar la vida por una noche de amor con tan conturbadora mujer, la verdad fue que ninguno hizo esfuerzos por conseguirlo. Tal vez, no sólo para rendirla sino también para conjurar sus peligros, habrÃa bastado con un sentimiento tan primitivo, y simple como el amor, pero eso fue lo único que no se le ocurrió a nadie. Ãrsula no volvió a ocuparse de ella. En otra época, cuando todavÃa no renunciaba al propósito de salvarla para el mundo, procuró que se interesara por los asuntos elementales de la casa. "Los hombres piden más de lo que tú crees", le decÃa enigmáticamente. "Hay mucho que cocinar, mucho que barrer, mucho que sufrir por pequeñeces, además de lo que crees." En el fondo se engañaba a sà misma tratando de adiestrarla para la felicidad doméstica, porque estaba convencida de que, una vez satisfecha la pasión, no habÃa un hombre sobre la tierra capaz de soportar asà fuera por un dÃa una negligencia que estaba más allá de toda comprensión. El nacimiento del último José Arcadio, y su inquebrantable voluntad de educarlo para Papa, terminaron por hacerla desistir de sus preocupaciones por la bisnieta. La abandonó a su suerte, confiando que tarde o temprano ocurriera un milagro, y que en este mundo donde habÃa de todo hubiera también un hombre con suficiente cachaza para cargar con ella. Ya desde mucho antes, Amaranta habÃa renunciado a toda tentativa de convertirla en una mujer útil. Desde las tardes olvidadas del costurero, cuando la sobrina apenas se interesaba por darle vuelta a la manivela de la máquina de coser, llegó a la conclusión simple de que era boba. "Vamos a tener que rifarte", le decÃa, perpleja ante su impermeabilidad a la palabra de los hombres. Más tarde, cuando Ãrsula se empeñó en que Remedios, la bella, asistiera a misa con la cara cubierta con una mantilla, Amaranta pensó que aquel recurso misterioso resultarÃa tan provocador, que muy pronto habrÃa un hombre lo bastante intrigado como para buscar con paciencia el punto débil de su corazón. Pero cuando vio la forma insensata en que despreció a un pretendiente que por muchos motivos era más apetecible que un prÃncipe, renunció a toda esperanza. Fernanda no hizo siquiera la tentativa de comprenderla. Cuando vio a Remedios, la bella, vestida de reina en el carnaval sangriento, pensó que era una criatura extraordinaria. Pero cuando la vio comiendo con las manos, incapaz de dar una respuesta que no fuera un prodigio de simplicidad, lo único que lamentó fue que los bobos de familia tuvieran una vida tan larga. A pesar de que el coronel Aureliano BuendÃa seguÃa creyendo y repitiendo que Remedios, la bella, era en realidad el ser más lúcido que habÃa conocido jamás, y que lo demostraba a cada momento con su asombrosa habilidad para burlarse de todos, la abandonaron a la buena de Dios. Remedios, la bella, se quedó vagando por el desierto de la soledad, sin cruces a cuestas, madurándose en sus sueños sin pesadillas, en sus baños interminables, en sus comidas sin horarios, en sus hondos y prolongados silencios sin recuerdos, hasta una tarde de marzo en que Fernanda quiso doblar en el jardÃn sus sábanas de bramante, y pidió ayuda a las mujeres de la casa. Apenas habÃa empezado, cuando Amaranta advirtió que Remedios, la bella, estaba transparentada por una palidez intensa.
-¿Te sientes mal? -le preguntó.
Remedios, la bella, que tenÃa agarrada la sábana por el otro extremo, hizo una sonrisa de lástima.
-Al contrario -dijo-, nunca me he sentido mejor.
Acabó de decirlo, cuando Fernanda sintió que un delicado viento de luz le arrancó las sábanas de las manos y las desplegó en toda su amplitud. Amaranta sintió un temblor misterioso en los encajes de sus pollerines y trató de agarrarse de la sábana para no caer, en el instante en que Remedios, la bella, empezaba a elevarse. Ãrsula, ya casi ciega, fue la única que tuvo serenidad para identificar la naturaleza de aquel viento irreparable, y dejó las sábanas a merced de la luz, viendo a Remedios, la bella, que le decÃa adiós con la mano, entre el deslumbrante aleteo de las sábanas que subÃan con ella, que abandonaban con ella el aire de los escarabajos y las dalias, y pasaban con ella a través del aire donde terminaban las cuatro de la tarde, y se perdieron con ella para siempre en los altos aires donde no podÃan alcanzarla ni los más altos pájaros de la memoria.
Para concluir señalar que La Hojarasca , primera novela de GarcÃa Márquez, cabe analizarla a la luz de los procesos socio-históricos que configuraron la región caribeña colombiana (modernización, procesos identitarios, de urbanización, de poblamiento) y presentar una lectura sociocrÃtica de la misma que ilustre la emergencia de una visión Caribe del mundo al lado de la mise en abime de un proceso de transformación socio-económica de un Pueblo Nuevo como elementos estructurantes del relato y como manifestaciones de una manera especular de ver la realidad
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