Los personajes principales son Martín Fierro y Cruz. Los secundarios son el hijo mayor, el hijo segundo, Picardía (hijo de Cruz), Vizcacha (tutor del hijo segundo) y el moreno, hermano del asesinado por Martín Fierro.
Es también gaucho como Fierro, pero ha ingresado en la policía gracias a un amigo que le debía una "deuda de sangre"; aparece como una especie de "doble" de aquel, pero no le anula. Su nombre ya es un símbolo: sufrimiento, muerte, castigo, purga en la vida de acciones pasadas… y por "la forma de firmar"… ¡con una cruz! como analfabeto. Actúa como complemento y desdoblamiento de nuestro héroe, que clama incluso con mayor fuerza que este contra la injusticia de los que mandan.
En la segunda parte lucha fieramente a lado de Fierro contra los indios: cree que va a morir, pero no es así hasta que le sobreviene el final, no en la lucha, sino tras cuidar a un indígena. Más humano que nunca, cae también él gravemente enfermo y encomienda con la mayor ternura un hijito a Fierro, desapareciendo para siempre.
El hijo mayor de Martín Fierro. Se nos presenta como un ex presidiario que ha ido a la cárcel injustamente, a la manera de El Proceso, de Kafka. El hijo mayor acusa y de él se vale José Hernández para lanzar un último ataque contra la justicia y el sistema penitenciario. En él están simbolizados no sólo todos los perseguidos injustamente, sino todos los que se hallen encerrados en la cárcel de su propia existencia (angustia existencial).
El hijo segundo. Se relaciona con Picardía, hijo de Cruz, y es un digno continuador de la gloria picaresca española. Trasciende de él un sentido humano de inocencia gracias a él se introduce en la obra un personaje de la riqueza argumental del viejo Viscacha. Una mujer (la tía) le recoge y le mima, y le deja una herencia gracias a la cual este hijo segundo entra en contacto con gente más refinada que los gauchos. La semejanza con los pícaros se halla muy lograda, ya que el muchacho vagabundo va de mano en mano y pasa "hambre viva" en casa del avaro Viscacha. Como en el caso de Picardía, su forma de vivir se halla determinada por las circunstancias.
Picardía. Hijo de Cruz, su nombre lo dice todo, narra sus aventuras sus detalles de humor que suavizan la tragedia del hijo mayor.
Vizcacha. Viejo astuto y avaro que ha vivido siempre en el campo. Viscacha recuerda con su nombre al de una clase de roedor que vive en las madrigueras (una "vizcacha"). Es viudo por haber matado a su mujer de un golpe por haberle dado un "mate frío", pero el remordimiento no lo dejará ya en paz. Avaro, celoso o maniático, el hijo de Fierro deberá dormir fuera de su covacha, a la serena, con el cuerpo medio desnudo. Viscacha da al muchacho unos consejos, auténtica norma de vida para el pícaro que ha de desplegar la astucia, el engaño, el disimulo y la misoginia para sobrevivir en un mundo donde el hombre es lobo para el hombre.
El Moreno o "Negro de la Payada". Contrasta con los otros personajes sobre todo por el color. Se trata de un vengador de ofensa legal (venganza de la sangre) por ser pariente del muerto, pero no consuma la venganza, porque en la segunda parte ha llegado la hora del perdón y el olvido para las viejas ofensas. Su figura es interesante desde el punto de vista técnico y estilístico por introducir la payada, y con ella el poema incorpora uno de los elementos corrientes en la poesía gauchesca. El enfrentamiento entre negro y blanco es explicado por algunos como intención de tipo racial. El gaucho siente con orgullo la indiferencia hacia el color y si este orgullo lo separa del "pueblero" (aquí con mucho de defensa), también lo hace del indio y el negro.
Las mujeres
Se ha dicho que el Martín Fierro es un poema de hombres, lo cual no obsta para que la mujer se halle presente en él, tanto de forma individual como colectiva, en los distintos cantos de las dos partes.
La primera que nos presenta el poema es la esposa de Fierro. No posee nombre concreto y sale en él de forma episódica sin que sepamos nada ni de su rostro ni de sus formas… "una de tantas". Al marchar Martín Fierro, ella también marcha "con no se qué gavilán", y Fierro la disculpa e incluso le desea suerte.
La segunda es la del negro a quien un día, estando Fierro borracho, la insulta y se mete con ella hasta que la pelea inevitable termina con la muerte del negro. Fierro pretende entonces continuar su atropello, pero reflexiona y, por respeto, desaparece con gran remordimiento.
Cuando Cruz acaba de unir su vida a la del gaucho aventurero, aparece de nuevo la mujer, que si es buena puede ser de gran alivio para el compañero. Sin embargo, la de Cruz, a la que primero se pondera, termina, como la de Fierro, abandonándole por el comandante de la milicia. La misoginia de ambos hombres es pues justificable. Misoginia que se repite en el baile del gau
El punto de partida de Hernández para la elaboración literaria de su personaje ha sido sin duda, la observación de las condiciones de vida y la falta de derechos civiles de un determinado gruposocial que representa el personaje de MartÃn Fierro. PodrÃamos decir que es el amigo leal antes que el padre ejemplar. No sabemos cuantos son sus hijos, ni si se explaya en los recuerdos de su vida familiar. Tiene un caballo de carrera, afición por la bebida en reuniones donde cantaba.
Es un hombre trabajador, lo cierto es que en la vida de la tolderÃa le ofrece un atractivo, el único, si exceptuamos la posibilidad de que "no falte una china":
La vida en la tolderÃa se encargará de frustrar estas expectativas del Fierro de la Ida: la soledad es absoluta durante los primeros dos años, porque los indios deciden separar a MartÃn Fierro y a Cruz por "precaución". Finalmente tolerados, aunque a cierta distancia de la comunidad indÃgena propiamente dicha, la vida de Cruz y Fierro, que sellarán a partir de eso su verdadero pacto de amistad, quedará reducida a la más elemental lucha por la subsistencia.
El final es lo suficientemente enigmático y permite albergar dudas. Hay por lo menos la aspiración a la integración en una sociedad que exige a sus miembros no solo el trabajo sino la conciencia del trabajo como medio legÃtimo para ser admitido por ella.
Debe trabajar el hombre
Para ganarse su pan.
Vuelta, vs. 4655-4656
El trabajar es la ley,
Porque es preciso adquirir.
Vuelta, vs. 4649-4650
Concepción enteramente diferente de la Ida, MartÃn Fierro refiere el trabajo en la estancia como una actividad casi lúdicra.
De sus hijos, se encuentran a dos, cuyos relatos (Hijo Mayor e Hijo Menor) aparecen volcados en la segunda parte del poema. Una cosa es segura, si se lee atentamente la obra: MartÃn Fierro tiene más que estos dos.
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Los personajes principales son Martín Fierro y Cruz. Los secundarios son el hijo mayor, el hijo segundo, Picardía (hijo de Cruz), Vizcacha (tutor del hijo segundo) y el moreno, hermano del asesinado por Martín Fierro.
http://html.rincondelvago.com/martin-fierro_jose-h...
Personajes secundarios y evocados:
Personajes secundarios
Cruz
Es también gaucho como Fierro, pero ha ingresado en la policía gracias a un amigo que le debía una "deuda de sangre"; aparece como una especie de "doble" de aquel, pero no le anula. Su nombre ya es un símbolo: sufrimiento, muerte, castigo, purga en la vida de acciones pasadas… y por "la forma de firmar"… ¡con una cruz! como analfabeto. Actúa como complemento y desdoblamiento de nuestro héroe, que clama incluso con mayor fuerza que este contra la injusticia de los que mandan.
En la segunda parte lucha fieramente a lado de Fierro contra los indios: cree que va a morir, pero no es así hasta que le sobreviene el final, no en la lucha, sino tras cuidar a un indígena. Más humano que nunca, cae también él gravemente enfermo y encomienda con la mayor ternura un hijito a Fierro, desapareciendo para siempre.
El hijo mayor de Martín Fierro. Se nos presenta como un ex presidiario que ha ido a la cárcel injustamente, a la manera de El Proceso, de Kafka. El hijo mayor acusa y de él se vale José Hernández para lanzar un último ataque contra la justicia y el sistema penitenciario. En él están simbolizados no sólo todos los perseguidos injustamente, sino todos los que se hallen encerrados en la cárcel de su propia existencia (angustia existencial).
El hijo segundo. Se relaciona con Picardía, hijo de Cruz, y es un digno continuador de la gloria picaresca española. Trasciende de él un sentido humano de inocencia gracias a él se introduce en la obra un personaje de la riqueza argumental del viejo Viscacha. Una mujer (la tía) le recoge y le mima, y le deja una herencia gracias a la cual este hijo segundo entra en contacto con gente más refinada que los gauchos. La semejanza con los pícaros se halla muy lograda, ya que el muchacho vagabundo va de mano en mano y pasa "hambre viva" en casa del avaro Viscacha. Como en el caso de Picardía, su forma de vivir se halla determinada por las circunstancias.
Picardía. Hijo de Cruz, su nombre lo dice todo, narra sus aventuras sus detalles de humor que suavizan la tragedia del hijo mayor.
Vizcacha. Viejo astuto y avaro que ha vivido siempre en el campo. Viscacha recuerda con su nombre al de una clase de roedor que vive en las madrigueras (una "vizcacha"). Es viudo por haber matado a su mujer de un golpe por haberle dado un "mate frío", pero el remordimiento no lo dejará ya en paz. Avaro, celoso o maniático, el hijo de Fierro deberá dormir fuera de su covacha, a la serena, con el cuerpo medio desnudo. Viscacha da al muchacho unos consejos, auténtica norma de vida para el pícaro que ha de desplegar la astucia, el engaño, el disimulo y la misoginia para sobrevivir en un mundo donde el hombre es lobo para el hombre.
El Moreno o "Negro de la Payada". Contrasta con los otros personajes sobre todo por el color. Se trata de un vengador de ofensa legal (venganza de la sangre) por ser pariente del muerto, pero no consuma la venganza, porque en la segunda parte ha llegado la hora del perdón y el olvido para las viejas ofensas. Su figura es interesante desde el punto de vista técnico y estilístico por introducir la payada, y con ella el poema incorpora uno de los elementos corrientes en la poesía gauchesca. El enfrentamiento entre negro y blanco es explicado por algunos como intención de tipo racial. El gaucho siente con orgullo la indiferencia hacia el color y si este orgullo lo separa del "pueblero" (aquí con mucho de defensa), también lo hace del indio y el negro.
Las mujeres
Se ha dicho que el Martín Fierro es un poema de hombres, lo cual no obsta para que la mujer se halle presente en él, tanto de forma individual como colectiva, en los distintos cantos de las dos partes.
La primera que nos presenta el poema es la esposa de Fierro. No posee nombre concreto y sale en él de forma episódica sin que sepamos nada ni de su rostro ni de sus formas… "una de tantas". Al marchar Martín Fierro, ella también marcha "con no se qué gavilán", y Fierro la disculpa e incluso le desea suerte.
La segunda es la del negro a quien un día, estando Fierro borracho, la insulta y se mete con ella hasta que la pelea inevitable termina con la muerte del negro. Fierro pretende entonces continuar su atropello, pero reflexiona y, por respeto, desaparece con gran remordimiento.
Cuando Cruz acaba de unir su vida a la del gaucho aventurero, aparece de nuevo la mujer, que si es buena puede ser de gran alivio para el compañero. Sin embargo, la de Cruz, a la que primero se pondera, termina, como la de Fierro, abandonándole por el comandante de la milicia. La misoginia de ambos hombres es pues justificable. Misoginia que se repite en el baile del gau
MartÃn fierro:
El punto de partida de Hernández para la elaboración literaria de su personaje ha sido sin duda, la observación de las condiciones de vida y la falta de derechos civiles de un determinado gruposocial que representa el personaje de MartÃn Fierro. PodrÃamos decir que es el amigo leal antes que el padre ejemplar. No sabemos cuantos son sus hijos, ni si se explaya en los recuerdos de su vida familiar. Tiene un caballo de carrera, afición por la bebida en reuniones donde cantaba.
El poema recorre la inicial felicidad de su vida familiar en las planicies, hasta que MartÃn Fierro es obligado a alistarse en el ejército, su odio de la vida militar, su rebelión y su consiguiente deserción. A su regreso, descubre que su casa ha sido destruida y su familia se ha marchado, y la desesperación le empuja a unirse a los indios y convertirse en un hombre fuera de la ley.
Si uno aguanta, es gaucho bruto,
Si no aguanta es gaucho malo,
¡Déle azote, déle palo,
porque es lo que él necesita!
De todo el que nació gaucho
Ãsta es la suerte maldita.
Vamos suerte, vamos juntos,
Dende que juntos nacimos,
Y ya que juntos vivimos
Sin podernos dividir
Yo abriré con mi cuchillo
El camino pa seguir.
Ida, vs. 1379-1390
Para el MartÃn Fierro de la Ida, los males se suceden en cascada, a la leva forzada y los tres años de servicio en la frontera solo cabe como solución la huida, que convierte a Fierro en un desertor. De regreso encuentra arruinado el rancho, vendida la hacienda, y perdido mujer e hijos. Cierta noche en que la desesperación lo ha llevado a beber comete su primer crimen, el del negro. A éste le sigue el de la pulperÃa, solo que fue en defensa propia. Lo busca la policÃa, un hombre que a partir de ese momento desempeñará un papel importante en la vida de Fierro, deserta de las filas oficiales y se pone a pelear a su lado: es el Sargento Cruz. Juntos emprenderán el camino hacia el desierto. Es el fin de la Ida.
Es un hombre trabajador, lo cierto es que en la vida de la tolderÃa le ofrece un atractivo, el único, si exceptuamos la posibilidad de que "no falte una china":
Allá no hay que trabajar
Vive uno como un señor,
De cuando en cuando un malón,
Y si de él sale con vida,
Lo pasa echao panza arriba,
Mirando dar güelta al sol.
Ida, vs. 2245-2250
La vida en la tolderÃa se encargará de frustrar estas expectativas del Fierro de la Ida: la soledad es absoluta durante los primeros dos años, porque los indios deciden separar a MartÃn Fierro y a Cruz por "precaución". Finalmente tolerados, aunque a cierta distancia de la comunidad indÃgena propiamente dicha, la vida de Cruz y Fierro, que sellarán a partir de eso su verdadero pacto de amistad, quedará reducida a la más elemental lucha por la subsistencia.
El alimento no abunda,
Por más empeño que se haga,
Lo pasa uno como plaga,
Ejercitando la industria,
Y siempre como la nutria,
Viviendo a orillas del agua.
Vuelta, vs. 439-444
El MartÃn Fierro de la Vuelta ha cambiado respecto al de la Ida, pero Hernández no hizo regresar a "otro" personaje en el cual resulte casi imposible reconocer los rasgos del primero. Después de haber experimentado dos pérdidas, porque a la afectiva se le agrega la material, ya que su hacienda habÃa sido vendida para pagar el alquiler del campo, Fierro vuelve dispuesto a integrarse a la sociedad que lo habÃa expulsado.
El final es lo suficientemente enigmático y permite albergar dudas. Hay por lo menos la aspiración a la integración en una sociedad que exige a sus miembros no solo el trabajo sino la conciencia del trabajo como medio legÃtimo para ser admitido por ella.
Debe trabajar el hombre
Para ganarse su pan.
Vuelta, vs. 4655-4656
El trabajar es la ley,
Porque es preciso adquirir.
Vuelta, vs. 4649-4650
Concepción enteramente diferente de la Ida, MartÃn Fierro refiere el trabajo en la estancia como una actividad casi lúdicra.
Aquello no era trabajo,
Más bien era junción.
Ida, vs. 223-224
La otra posibilidad es que la marginación continúe, lo cual es factible porque el estado del gaucho no ha sido superado, pero entonces ya no el canto de MartÃn Fierro, el canto multiplicado por cuatro, el canto de Fierro fortalecido, se hará oÃr a lo largo y a lo ancho del paÃs repitiendo un único y viejo lamento, y éste es, significativamente, el último consejo de MartÃn Fierro a sus hijos.
Procuren, si son cantores,
El cantar con sentimiento,
No tiemplen el estrumento,
Por solo el gusto de hablar,
Y acostúmbrense a cantar
En cosas de jundamentos.
Vuelta, vs. 4763-4768
MartÃn Fierro Cara Y Cruz
De sus hijos, se encuentran a dos, cuyos relatos (Hijo Mayor e Hijo Menor) aparecen volcados en la segunda parte del poema. Una cosa es segura, si se lee atentamente la obra: MartÃn Fierro tiene más que estos dos.
De mis hijo he encontrado
Solo a dos hasta el momento.
Vuelta, vs. 1643-1644
Respecto de la mujer en la Ida, dice:
Si no le quedó un cobre
Sino de hijos un enjambre.
Ida, vs. 1059-106