Actualmente se acepta el concepto de «préstamo cultural» como resultado inevitable de la trasferecnica de información entre diferentes grupos sociales. De hecho, como ya señalaron Schmidt y Graebner, toda idea humana, sea en el campo ligüístico, tecnológico, social o artístico, es potencialmente transferible: aculturación. sin embargo no está probado que la transferencia sea automática o inevitable, puesto que en cada grupo existen tradiciones que tienden a proteger su propio legado de las contaminaciones externas. Así, pues, todas las culturas seleccionan aquéllo que les resulta aceptable, antes de recibirlo. Por otra parte, la aceptación de un elemento procedente de una sociedad extraña, supone su descontextualización, con lo que tal elemento puede sufrir cambios en su significado, forma, uso y función, hasta el punto de resultar irreconocible Científicamente se han constatado numerosos ejemplos reales de difusionismo cultural. Pero éste sólo es admitido cuando hay pruebas concretas. En caso contrario, se prefiere hablar de una evolcuión autóctona (aunque haya enormes semejanzas con otras civilizaciones), ya que también se han hallado innumerables ejemplos de ello en arqueología.
Algunas corrientes científicas arqueológicas, prehistóricas o historiográficas suelen preferir explicaciones alternativas, basadas en que la evolución cultural surge del propio impulso de los pueblos, de su propia tendencia a cambiar. Para algunos, estos impulsos son intrínsecos a la naturaleza humana, que tiende a la evolución independiente y paralela por sí misma (Evolucionismo cultural), para otros, son el resultado de las contradicciones sociales internas (Marxismo) y, para otros, se debe a la influencia determinista del entorno natural (Procesualismo). Por último, hay quien se niega a ceptar que las innovaciones son sólo respuestas a estímulos y que el ser humano sea incapaz de crear por propia iniciativa, motu proprio: es lo que los Postprocesualistas llaman «agency», libre albedrío, heurística
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Actualmente se acepta el concepto de «préstamo cultural» como resultado inevitable de la trasferecnica de información entre diferentes grupos sociales. De hecho, como ya señalaron Schmidt y Graebner, toda idea humana, sea en el campo ligüístico, tecnológico, social o artístico, es potencialmente transferible: aculturación. sin embargo no está probado que la transferencia sea automática o inevitable, puesto que en cada grupo existen tradiciones que tienden a proteger su propio legado de las contaminaciones externas. Así, pues, todas las culturas seleccionan aquéllo que les resulta aceptable, antes de recibirlo. Por otra parte, la aceptación de un elemento procedente de una sociedad extraña, supone su descontextualización, con lo que tal elemento puede sufrir cambios en su significado, forma, uso y función, hasta el punto de resultar irreconocible Científicamente se han constatado numerosos ejemplos reales de difusionismo cultural. Pero éste sólo es admitido cuando hay pruebas concretas. En caso contrario, se prefiere hablar de una evolcuión autóctona (aunque haya enormes semejanzas con otras civilizaciones), ya que también se han hallado innumerables ejemplos de ello en arqueología.
Algunas corrientes científicas arqueológicas, prehistóricas o historiográficas suelen preferir explicaciones alternativas, basadas en que la evolución cultural surge del propio impulso de los pueblos, de su propia tendencia a cambiar. Para algunos, estos impulsos son intrínsecos a la naturaleza humana, que tiende a la evolución independiente y paralela por sí misma (Evolucionismo cultural), para otros, son el resultado de las contradicciones sociales internas (Marxismo) y, para otros, se debe a la influencia determinista del entorno natural (Procesualismo). Por último, hay quien se niega a ceptar que las innovaciones son sólo respuestas a estímulos y que el ser humano sea incapaz de crear por propia iniciativa, motu proprio: es lo que los Postprocesualistas llaman «agency», libre albedrío, heurística