Si te refieres al "Abismo Laurentino" o "Laurentian Abyss" de la pelÃcula Caza al Octubre Rojo, es una ficción, ya que esa zona se encuentra fuera de la costa Este de Canadá y es una suerte de "valle" submarino cuya profundidad no supera en general los 600 metros.
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Carlos:
Si te refieres al "Abismo Laurentino" o "Laurentian Abyss" de la pelÃcula Caza al Octubre Rojo, es una ficción, ya que esa zona se encuentra fuera de la costa Este de Canadá y es una suerte de "valle" submarino cuya profundidad no supera en general los 600 metros.
Digo que es una ficción, porque comparada con los 11 Km. de profundidad de la Fosa de Las Marianas, éstos 600 metros no significan nada, incluso comparada con la Fosa de Puerto Rico, de 8600 metros.
En todo caso, resulta una "licencia poética", donde se magnifica algo. Igualmente, ya el nombre Laurentian (con un dejo de LatÃn) es atractivo, ja, ja.
Saludos.
CARLOS V. La lista es interminable en materia de atracos de todo tipo y alcance a las arcas del erario, no importa dónde estén. Y por donde uno mire, en cualquier terreno, a los principales factores reales de poder sólo les interesa que la corrupción sea lo único que se valorice en Panamá. Y aquà se puede aplicar aquello de que: "El abismo atrae el abismo". Pero el temor de lo que nos toca vivir, a pesar de promesas politiqueras que se han multiplicado más que los panes y peces del evangelio, no debe bajo ningún concepto llevarnos a ejercer la esperanza de poder actuar para mejorar las cosas. Debemos empezar por ser cada dÃa más exigentes con las autoridades y sus actuaciones cotidianas y, muy especialmente, en lo que al cumplimiento de las normas básicas se refiere. En efecto, la tendencia antidemocrática que ha ido ganando mucho terreno bajo el actual gobierno, ha logrado gracias a tortuosos mecanismos y procedimientos, imponer una serie de prácticas que distorsionan los cimientos de un verdadero Estado de Derecho Constitucional. Esa cadena les sirve para consolidar su impunidad arrogante y para recortar, reducir y conculcar nuestras libertades públicas, nuestras garantÃas fundamentales, nuestros derechos como humanos. Se nos quiere hacer creer, a como de lugar, que la protección de la vida y la honra, la defensa y protección de nuestros derechos irrenunciables y de nuestras libertades, es el resultado de concesiones que generosamente nos hacen las autoridades y, ante lo cual, debemos estar agradecidos. Nada más alejado de la verdad y nada más repudiable y repugnante, a pesar del silencio de los más llamados a rechazar este comportamiento. El cumplimiento de las normas y, de manera muy especial y dedicada, de todas las normas imperantes en materia de garantÃas fundamentales individuales y sociales y de Derechos Humanos, es la obligación principal de las autoridades, quienes quieran que ellas sean. Y ello es, y debe ser, condición sine qua non del ejercicio de la autoridad. No nos cansaremos de repetirlo.
Tenemos que intervenir como ciudadanos para alcanzar el respeto al debido proceso en todas las actuaciones de las autoridades. Tenemos que actuar como ciudadanos para repudiar la demagogia y exigir que: "Solo un Estado que dé ejemplo en todo, tiene autoridad moral para imponer la Ley".