Sinopsis: La bella Ana Ozones, hija de un revolucionario obligado a emigrar y huérfana de madre, a la muerte de aquél es recogida por dos tías hipócritas y santurronas, doña Anuncia y doña Águeda, cuya única inquietud por la joven se reduce a encontrarle un marido rico. Así, al cumplir los 20 años de edad la casan con don Víctor Quintanar, magistrado cincuentón, bueno, amable y culto. Ambos se marchan a Granada, pero poco después se instalan en la ciudad provinciana de Vetusta, pues don Víctor es nombrado regente de la audiencia en dicho lugar. Desde este momento todos conocen a Ana Ozores como la Regenta.
La diferencia de edad con su esposo, quien además se desentiende física y espiritualmente de ella, ocupado sólo en ir de cacería, criar pájaros y leer obras de teatro así como la carencia de hijos, son una amarga experiencia para Ana Ozores. Apasionada y sensual, sin poder satisfacer sus aspiraciones y necesidades junto a su esposo, se siente ahogada por el ambiente que la rodea. "Vivir en Vetusta la vida ordinaria de los demás, era encerrarse en un cuarto estrecho con un brasero; era el suicidio por asfixia".
Luego de ocho años de matrimonio estéril, insatisfecha, frustrada y vacía por la vida rutinaria de Vetusta, busca consuelo en la religión y en prácticas piadosas, inducida por su confesor don Fermín de Pas. Pero el trato frecuente de Ana con el sacerdote, joven de 35 años de edad, involuntariamente despierta en éste una pasión amorosa, de la cual ella se aparta horrorizada.
Don Álvaro Mesía, un donjuán provinciano, ignorante y veleidoso, desde tiempo atrás galanteaba a Ana Ozores sin que ella le prestara atención; pero al descubrir los sentimientos equívocos de su confesor, la desilusión y su propia debilidad de mujer joven e insatisfecha la impulsan a entregarse a aquel tenorio.
Cuando el confesor se entera de este hecho, cegado por los celos y el deseo de vengarse, se vale de la criada Petra para enterar al marido del adulterio de Ana. Luego de una dolorosa lucha consigo mismo, Víctor Quintanar reta a duelo a don Álvaro. Inesperadamente, Mesía mata a don Víctor y huye de Vetusta.
El desenlace de la obra es dramático: menospreciada por la mojigata e hipócrita sociedad de Vetusta a raíz de estos sucesos, Ana Ozores también sufre el rechazo de su confesor, el despechado don Fermín, a quien ella acude en busca de consuelo.
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Sinopsis: La bella Ana Ozones, hija de un revolucionario obligado a emigrar y huérfana de madre, a la muerte de aquél es recogida por dos tías hipócritas y santurronas, doña Anuncia y doña Águeda, cuya única inquietud por la joven se reduce a encontrarle un marido rico. Así, al cumplir los 20 años de edad la casan con don Víctor Quintanar, magistrado cincuentón, bueno, amable y culto. Ambos se marchan a Granada, pero poco después se instalan en la ciudad provinciana de Vetusta, pues don Víctor es nombrado regente de la audiencia en dicho lugar. Desde este momento todos conocen a Ana Ozores como la Regenta.
La diferencia de edad con su esposo, quien además se desentiende física y espiritualmente de ella, ocupado sólo en ir de cacería, criar pájaros y leer obras de teatro así como la carencia de hijos, son una amarga experiencia para Ana Ozores. Apasionada y sensual, sin poder satisfacer sus aspiraciones y necesidades junto a su esposo, se siente ahogada por el ambiente que la rodea. "Vivir en Vetusta la vida ordinaria de los demás, era encerrarse en un cuarto estrecho con un brasero; era el suicidio por asfixia".
Luego de ocho años de matrimonio estéril, insatisfecha, frustrada y vacía por la vida rutinaria de Vetusta, busca consuelo en la religión y en prácticas piadosas, inducida por su confesor don Fermín de Pas. Pero el trato frecuente de Ana con el sacerdote, joven de 35 años de edad, involuntariamente despierta en éste una pasión amorosa, de la cual ella se aparta horrorizada.
Don Álvaro Mesía, un donjuán provinciano, ignorante y veleidoso, desde tiempo atrás galanteaba a Ana Ozores sin que ella le prestara atención; pero al descubrir los sentimientos equívocos de su confesor, la desilusión y su propia debilidad de mujer joven e insatisfecha la impulsan a entregarse a aquel tenorio.
Cuando el confesor se entera de este hecho, cegado por los celos y el deseo de vengarse, se vale de la criada Petra para enterar al marido del adulterio de Ana. Luego de una dolorosa lucha consigo mismo, Víctor Quintanar reta a duelo a don Álvaro. Inesperadamente, Mesía mata a don Víctor y huye de Vetusta.
El desenlace de la obra es dramático: menospreciada por la mojigata e hipócrita sociedad de Vetusta a raíz de estos sucesos, Ana Ozores también sufre el rechazo de su confesor, el despechado don Fermín, a quien ella acude en busca de consuelo.