LA invasión de Grecia iniciada por Jerjes en 480 a.C. obtiene su primer éxito de importancia en el desfiladero de las Termópilas. El resultado indeciso de la batalla naval celebrada poco antes en el cabo Artemisio y la maniobra envolvente que las tropas persas realizaron gracias a la ayuda de un traidor impulsó al ejército griego a retirarse del desfiladero mientras el rey espartano Leónidas, 300 de los suyos y 700 tespios resistían el ataque persa hasta su total aniquilación.
Denominado tradicionalmente el «padre de la Historia», Heródoto (ca. 485-425 a.C.) nació en Halicarnaso, en la costa suroccidental de Asia Menor, viajó a Egipto, Fenicia, Mesopotamia y Escitia, y residió en la Atenas de Pericles, donde formó parte en 444/443 a.C. de la expedición destinada a fundar la colonia panhelénica de Thurios en Magna Grecia. Dedicando cada uno de los nueve libros que la componen a una de las Musas redactó su Historia, una obra inacabada que alcanza desde la época mítica hasta la Segunda Guerra Médica (479 a.C.), centrada en el enfrentamiento entre Europa y Asia, y salpicada de excursos de carácter etnográfico referidos a las tierras por las que viajó su autor. (Pilar Rivero-Julián Pelegrín).
A los griegos que se hallaban en las Termópilas el primero que les anunció que iban a morir al rayar el día fue el adivino Megistias, pues lo había observado en las entrañas de las víctimas; posteriormente, hubo asimismo unos desertores que les informaron de la maniobra envolvente de los persas (esos sujetos dieron la alarma cuando todavía era de noche); mientras que, en tercer lugar, lo hicieron los vigías, que bajaron corriendo de las cumbres cuando ya alboreaba el día.
Los griegos, entonces, estudiaron la situación y sus pareceres discreparon: unos se negaban a abandonar la posición, en tanto que otros se oponían a ese plan. Finalmente, los efectivos griegos se separaron y mientras que unos se retiraron, dispersándose en dirección a sus respectivas ciudades, otros se mostraron dispuestos a quedarse allí con Leónidas (...)
Entretanto, al salir el sol, Jerjes efectuó unas libaciones y, tras aguardar cierto tiempo, poco más o menos hasta la hora en la que el ágora se ve concurrida, inició finalmente su ataque (pues era eso precisamente lo que le había recomendado Epialtes, ya que para bajar desde la montaña se necesitaba menos tiempo, y el trecho a salvar era mucho más corto que para subir a ella dando un rodeo).
Los bárbaros de Jerjes se lanzaron, pues, al asalto y, en aquellos instantes, los griegos de Leónidas, como personas que iban al encuentro de la muerte, se aventuraron, mucho más que en los primeros combates, a salir a la zona más ancha del desfiladero. Durante los días precedentes, como lo que se defendía era el muro que protegía la posición, se limitaban a realizar tímidas salidas y a combatir en las zonas más angostas. Pero en aquellos momentos, trabaron combate fuera del paso y los bárbaros sufrieron cuantiosas bajas, pues, situados detrás de sus unidades, los oficiales, provistos de látigos, azotaban a todo el mundo, obligando a sus hombres a proseguir sin cesar su avance. De ahí que muchos soldados cayeran al mar, perdiendo la vida, y muchísimos más perecieron al ser pisoteados vivos por sus propios camaradas; sin embargo, nadie se preocupaba del que sucumbía. Los griegos, como sabían que iban a morir debido a la maniobra envolvente de los persas por la montaña, desplegaron contra los bárbaros todas las energías que les quedaban con un furor temerario.
Llegó, finalmente, un momento en que la mayoría de ellos tenían ya sus lanzas rotas, pero siguieron matando a los persas con sus espadas. En el transcurso de esta gesta cayó Leónidas, tras un heroico comportamiento, y con él otros destacados espartiatas, cuyos nombres he conseguido averiguar, ya que fueron personajes dignos de ser recordados, y, asimismo, he logrado averiguar, en su totalidad, los nombres de los trescientos.
Como es natural, allí también cayeron muchos persas de renombre, entre quienes, concretamente, se contaban dos hijos de Darío, Abrócomas e Hiperantes, a quienes el monarca tuvo con la hija de Artanes, Fratagune. (Artanes era hermano del rey Darío, e hijo de Histaspes y nieto de Arsames; y, cuando le dio a Darío la mano de su hija, de paso la dotó con la totalidad de su hacienda, dado que la muchacha era su única descendencia.)
Como digo, allí cayeron luchando dos hermanos de Jerjes. Por el cadáver de Leónidas se suscitó una encarnizada pugna entre persas y lacedemonios, hasta que los griegos, merced a su valentía, lograron hacerse con él y en cuatro ocasiones obligaron a retroceder a sus adversarios.
Esa fase de la batalla se prolongó hasta que se presentaron los persas que iban con Epialtes; pues, cuando los griegos se percataron de que dichos efectivos habían llegado, la lucha cambió radicalmente de aspecto: los griegos se batieron en retirada hacia la zona más estrecha del paso y, después de rebasar el muro, fueron a apostarse sobre la colina todos ellos juntos a excepción de los tebanos. (La colina está a la entrada, donde en la actualidad se alza el león de mármol erigido en honor de Leónidas.) En dicho lugar se defendían con sus dagas quienes tenían la suerte de conservarlas todavía en su poder, y hasta con las manos y los dientes, cuando los bárbaros los sepultaron bajo una lluvia de proyectiles, ya que unos se lanzaron en su persecución y, tras demoler el muro que protegía la posición, los hostigaban de frente, mientras que otros, después de la maniobra envolvente, los acosaban por todas partes (...)
Los griegos fueron sepultados en el mismo lugar en que cayeron, al igual que quienes murieron antes de que se retiraran los que habían sido autorizados a ello por Leónidas, y sobre sus tumbas figura grabada una inscripción que reza así:
Aquí lucharon cierto día, contra tres millones,
cuatro mil hombres venidos del Peloponeso.
Como digo, esta inscripción hace referencia a la totalidad de los caídos, mientras que a los espartiatas en particular se refiere esta otra:
Caminante, informa a los lacedemonios
que aquí yacemos por haber obedecido sus mandatos.
El desfiladero de las termopolis, los 300 valientes que defendieron su patria y se enfrentaron a los imperialistas Persas, es mucho mas que una pelÃcula de moda, es historia de las 3 Guerras Medicas, un ejemplo mas del amor a la patria y la defensa de convicciones.
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LA invasión de Grecia iniciada por Jerjes en 480 a.C. obtiene su primer éxito de importancia en el desfiladero de las Termópilas. El resultado indeciso de la batalla naval celebrada poco antes en el cabo Artemisio y la maniobra envolvente que las tropas persas realizaron gracias a la ayuda de un traidor impulsó al ejército griego a retirarse del desfiladero mientras el rey espartano Leónidas, 300 de los suyos y 700 tespios resistían el ataque persa hasta su total aniquilación.
Denominado tradicionalmente el «padre de la Historia», Heródoto (ca. 485-425 a.C.) nació en Halicarnaso, en la costa suroccidental de Asia Menor, viajó a Egipto, Fenicia, Mesopotamia y Escitia, y residió en la Atenas de Pericles, donde formó parte en 444/443 a.C. de la expedición destinada a fundar la colonia panhelénica de Thurios en Magna Grecia. Dedicando cada uno de los nueve libros que la componen a una de las Musas redactó su Historia, una obra inacabada que alcanza desde la época mítica hasta la Segunda Guerra Médica (479 a.C.), centrada en el enfrentamiento entre Europa y Asia, y salpicada de excursos de carácter etnográfico referidos a las tierras por las que viajó su autor. (Pilar Rivero-Julián Pelegrín).
A los griegos que se hallaban en las Termópilas el primero que les anunció que iban a morir al rayar el día fue el adivino Megistias, pues lo había observado en las entrañas de las víctimas; posteriormente, hubo asimismo unos desertores que les informaron de la maniobra envolvente de los persas (esos sujetos dieron la alarma cuando todavía era de noche); mientras que, en tercer lugar, lo hicieron los vigías, que bajaron corriendo de las cumbres cuando ya alboreaba el día.
Los griegos, entonces, estudiaron la situación y sus pareceres discreparon: unos se negaban a abandonar la posición, en tanto que otros se oponían a ese plan. Finalmente, los efectivos griegos se separaron y mientras que unos se retiraron, dispersándose en dirección a sus respectivas ciudades, otros se mostraron dispuestos a quedarse allí con Leónidas (...)
Entretanto, al salir el sol, Jerjes efectuó unas libaciones y, tras aguardar cierto tiempo, poco más o menos hasta la hora en la que el ágora se ve concurrida, inició finalmente su ataque (pues era eso precisamente lo que le había recomendado Epialtes, ya que para bajar desde la montaña se necesitaba menos tiempo, y el trecho a salvar era mucho más corto que para subir a ella dando un rodeo).
Los bárbaros de Jerjes se lanzaron, pues, al asalto y, en aquellos instantes, los griegos de Leónidas, como personas que iban al encuentro de la muerte, se aventuraron, mucho más que en los primeros combates, a salir a la zona más ancha del desfiladero. Durante los días precedentes, como lo que se defendía era el muro que protegía la posición, se limitaban a realizar tímidas salidas y a combatir en las zonas más angostas. Pero en aquellos momentos, trabaron combate fuera del paso y los bárbaros sufrieron cuantiosas bajas, pues, situados detrás de sus unidades, los oficiales, provistos de látigos, azotaban a todo el mundo, obligando a sus hombres a proseguir sin cesar su avance. De ahí que muchos soldados cayeran al mar, perdiendo la vida, y muchísimos más perecieron al ser pisoteados vivos por sus propios camaradas; sin embargo, nadie se preocupaba del que sucumbía. Los griegos, como sabían que iban a morir debido a la maniobra envolvente de los persas por la montaña, desplegaron contra los bárbaros todas las energías que les quedaban con un furor temerario.
Llegó, finalmente, un momento en que la mayoría de ellos tenían ya sus lanzas rotas, pero siguieron matando a los persas con sus espadas. En el transcurso de esta gesta cayó Leónidas, tras un heroico comportamiento, y con él otros destacados espartiatas, cuyos nombres he conseguido averiguar, ya que fueron personajes dignos de ser recordados, y, asimismo, he logrado averiguar, en su totalidad, los nombres de los trescientos.
Como es natural, allí también cayeron muchos persas de renombre, entre quienes, concretamente, se contaban dos hijos de Darío, Abrócomas e Hiperantes, a quienes el monarca tuvo con la hija de Artanes, Fratagune. (Artanes era hermano del rey Darío, e hijo de Histaspes y nieto de Arsames; y, cuando le dio a Darío la mano de su hija, de paso la dotó con la totalidad de su hacienda, dado que la muchacha era su única descendencia.)
Como digo, allí cayeron luchando dos hermanos de Jerjes. Por el cadáver de Leónidas se suscitó una encarnizada pugna entre persas y lacedemonios, hasta que los griegos, merced a su valentía, lograron hacerse con él y en cuatro ocasiones obligaron a retroceder a sus adversarios.
Esa fase de la batalla se prolongó hasta que se presentaron los persas que iban con Epialtes; pues, cuando los griegos se percataron de que dichos efectivos habían llegado, la lucha cambió radicalmente de aspecto: los griegos se batieron en retirada hacia la zona más estrecha del paso y, después de rebasar el muro, fueron a apostarse sobre la colina todos ellos juntos a excepción de los tebanos. (La colina está a la entrada, donde en la actualidad se alza el león de mármol erigido en honor de Leónidas.) En dicho lugar se defendían con sus dagas quienes tenían la suerte de conservarlas todavía en su poder, y hasta con las manos y los dientes, cuando los bárbaros los sepultaron bajo una lluvia de proyectiles, ya que unos se lanzaron en su persecución y, tras demoler el muro que protegía la posición, los hostigaban de frente, mientras que otros, después de la maniobra envolvente, los acosaban por todas partes (...)
Los griegos fueron sepultados en el mismo lugar en que cayeron, al igual que quienes murieron antes de que se retiraran los que habían sido autorizados a ello por Leónidas, y sobre sus tumbas figura grabada una inscripción que reza así:
Aquí lucharon cierto día, contra tres millones,
cuatro mil hombres venidos del Peloponeso.
Como digo, esta inscripción hace referencia a la totalidad de los caídos, mientras que a los espartiatas en particular se refiere esta otra:
Caminante, informa a los lacedemonios
que aquí yacemos por haber obedecido sus mandatos.
El desfiladero de las termopolis, los 300 valientes que defendieron su patria y se enfrentaron a los imperialistas Persas, es mucho mas que una pelÃcula de moda, es historia de las 3 Guerras Medicas, un ejemplo mas del amor a la patria y la defensa de convicciones.
Eso creo.
Gracias.