El árbol emblemático de Falcón ha sido utilizado con propósitos medicinales, en la alimentación humana y animal, como combustible y material de construcción.
Quienes se cobijan bajo la sombra de un cují (Prosopis juliflora), inmediatamente perciben su generosidad. Pero el refugio, es apenas una de las bondades que ofrece este noble árbol.
Ingrid Holmsquist, profesora titular de la Universidad Nacional Experimental Francisco de Miranda (UNEFM), e investigadora del Centro de Investigaciones Tecnológicas (CITEC), señala que, desde 1984, esta institución ha venido evaluando el potencial productivo del cují, con miras hacia su racional aprovechamiento.
Explica que el cují es una de las especies dominantes en los ecosistemas áridos y semiáridos de Venezuela. El mismo puede alcanzar una altura de 2 a 10 metros de alto; aunque es de tronco bajo y copa deprimida, armado con espinas auxiliares y flores blanco-amarillentas. “Sus características ecofisiológicas le confieren gran plasticidad de respuestas, evidenciada por sus bajos requerimientos nutricionales y su resistencia al déficit hídrico, lo cual juega un papel determinante en su amplia distribución en el país”.
Cují multiusos
El cují ofrece un gran número de beneficios, aprovechando cada una de sus partes; por ejemplo, su madera se utiliza para leña y carbón, también en la elaboración de las bases y techos de las casas. “El carbón orgánico de cují es utilizado en restaurantes de primera clase en países como México y Estados Unidos para la preparación de ‘barbecue’, debido a las altas temperaturas que conserva la madera y el aroma especial que confiere al alimento”.
La infusión que se obtiene del cocimiento de las hojas; se utiliza en medicina casera como remedio para la inflamación de los ojos. Las gomas diluidas en agua se usan para hacer gárgaras y contra la disenterÃa. Se usa el tallo, yemas, hojas y cáscaras en el empacho, insolación, irritación ocular, dolor de muelas y otras.
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Las bondades del cují
El árbol emblemático de Falcón ha sido utilizado con propósitos medicinales, en la alimentación humana y animal, como combustible y material de construcción.
Quienes se cobijan bajo la sombra de un cují (Prosopis juliflora), inmediatamente perciben su generosidad. Pero el refugio, es apenas una de las bondades que ofrece este noble árbol.
Ingrid Holmsquist, profesora titular de la Universidad Nacional Experimental Francisco de Miranda (UNEFM), e investigadora del Centro de Investigaciones Tecnológicas (CITEC), señala que, desde 1984, esta institución ha venido evaluando el potencial productivo del cují, con miras hacia su racional aprovechamiento.
Explica que el cují es una de las especies dominantes en los ecosistemas áridos y semiáridos de Venezuela. El mismo puede alcanzar una altura de 2 a 10 metros de alto; aunque es de tronco bajo y copa deprimida, armado con espinas auxiliares y flores blanco-amarillentas. “Sus características ecofisiológicas le confieren gran plasticidad de respuestas, evidenciada por sus bajos requerimientos nutricionales y su resistencia al déficit hídrico, lo cual juega un papel determinante en su amplia distribución en el país”.
Cují multiusos
El cují ofrece un gran número de beneficios, aprovechando cada una de sus partes; por ejemplo, su madera se utiliza para leña y carbón, también en la elaboración de las bases y techos de las casas. “El carbón orgánico de cují es utilizado en restaurantes de primera clase en países como México y Estados Unidos para la preparación de ‘barbecue’, debido a las altas temperaturas que conserva la madera y el aroma especial que confiere al alimento”.
La infusión que se obtiene del cocimiento de las hojas; se utiliza en medicina casera como remedio para la inflamación de los ojos. Las gomas diluidas en agua se usan para hacer gárgaras y contra la disenterÃa. Se usa el tallo, yemas, hojas y cáscaras en el empacho, insolación, irritación ocular, dolor de muelas y otras.