En China existe una costumbre pagana que nos haría mucho bien si la practicáramos en este país llamado cristiano. Cada Año Nuevo, todo hombre o niño varón, desde el más encumbrado hasta el más humilde, visita a su madre, y le lleva un regalo. Al mismo tiempo le agradece todo lo que ella ha hecho por él, y pide que ella siga bendiciéndole otro año más. D.L. Moody
EL BESO DE MI HIJITA
Un día me vino a ver en la oficina un caballero que quería interesarme en un joven que acababa de salir de la penitenciaría. Le dije que lo trajese, y entró. Le di la mano, le expresé mi satisfacción de conocerlo, y luego lo llevé adentro para que saludara a mi familia. Cuando mi hijita Emma entró al lugar, le dije: --Emma, éste es un amigo de tu papá--. Y entonces la chiquilla fue y lo besó. El hombre comenzó a llorar. Cuano la niña salió del lugar, me dijo: --Señor, hace años que nadie me besa. El último beso que recibí fue el de mi madre, que estaba moribunda. D.L. Moody
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O.K.