Tragicomedia Mexicana II es una crónica que narra los hechos suscitados de 1970 a 1982; es un libro que relata con humor los sucesos históricos de doce años del acontecer de la vida nacional.
Durante estos doce años, dos sexenios, la vida de México transcurrió como si se tratara de una película (mexicana setentera y con un presupuesto apretado), en la que los papeles protagónicos estaban a cargo de los presidentes Echeverría y López Portillo; los papeles secundarios los ocupaban los gobernantes y los ricos; y los papeles restantes, la clase media y la clase baja, eran tan sólo extras. En el peor de los casos, la sociedad mexicana no tenía papel en nuestra película y era únicamente espectadora, sentada en un cine de tercera, “disfrutando” de la producción cinematográfica.
En esta película, los presidentes sentían la necesidad de tener “mucho público” para sus mensajes y discursos. Acarreaban a multitudes tumultuosas que ovacionaban y aplaudían a nuestros personajes por sus monólogos que defendían la “causa revolucionaria” sintiéndose con este público héroes nacionales.
En las campañas (formas de comunicación política persuasiva) nuevamente se le prometía al pueblo lo que no había cumplido el partido oficial durante treinta años: democratización, exaltación de la mexicanidad (¿por medio de los “disfraces regionales” del presidente y la primera dama?), industrialización y mejores condiciones de vida para la población (bienestar para la familia revolucionaria). A éstas se le sumaron nuevas promesas innovadoras para simpatizar con la opinión pública: acercamiento a los jóvenes (¿por medio de los mecanismos represivos?), diálogo (que en realidad era un monólogo), “apertura”, crítica y autocrítica, reconocimiento de la injusta distribución de la riqueza (aunque no bastaba con sólo reconocerlo) y en general la necesidad de cambios, “muchos cambios”.
En este tiempo, se dieron transformaciones en la conciencia colectiva y hasta cierto punto un ensanchamiento de la libertad de expresión. Se puede decir que durante los sexenios de Echeverría y López Portillo surgen los líderes de opinión como los editorialistas y los comunicadores, como el escritor de Excélsior Cosío Villegas y Jacobo Zabludovsky con su noticiario televisivo 24 horas. No se puede dejar de mencionar las sátiras sangrientas y oportunistas de los diarios y editorialistas contra el sistema político.
Otro aspecto importante en el ámbito de la comunicación fue que surgieron los “foros de consulta” con la participación de personalidades políticas, sociólogos, politólogos, y otros expertos bajo el gobierno de López Portillo; el defecto de estos foros de consulta era que el pueblo mexicano no expresara su opinión .
Durante estos sexenios, los presidentes vivieron con grandes lujos, comodidades y caprichos cual emperadores romanos; comparten su fortuna y su alegría con sus familiares colocándolos en cargos políticos; gastan sumas considerables en viajes y artículos de lujo(como antigüedades francesas) totalmente ajenos a la realidad social del país; aseguran un futuro lleno de prosperidad con “humildes y pequeños” negocios (como Cancún).
En este periodo la economía se estancó y se padeció una severa crisis en todos los aspectos y una fuerte devaluación del peso frente al dólar. El modelo de sustitución de importaciones se deterioró generando una gran insuficiencia en el sector agropecuario, la elevación de la deuda pública, el desequilibrio regional, una balanza comercial deficitaria, escasez de recursos financieros, así como las repercusiones en la política internacional.
El disgusto de la población por las artimañas de los funcionarios se vio reflejado en las guerrillas urbanas, las protestas estudiantiles, las manifestaciones y los mítines, cuyos participantes eran fuertemente reprimidos o “castigados”. Nuevamente se hace ver la mano dura y pesada de los mandatarios por medio de las fuerzas represivas y la fuerzas de choque violentas con un enorme parecido a las SS nazis, cuyos métodos represores y de castigo eran semejantes a los de la Santa Inquisición
El Estado Mexicano, durante este tiempo, concentró su interés en la elite de los ricos. La clase media, en cambio, fue ignorada por el gobierno y tuvo que sobrevivir a la crisis. La clase baja, siguió creyendo en sus líderes y asistiendo a sus mítines políticos con la esperanza de que “el próximo sería el bueno”.
Los grandes rezagos de la educación y la pobreza extrema mantendrían vigente el fraude electoral por tres sexenios más. Sin embargo, México se aproximó cada vez más al despertar de un sueño de cuatro décadas para enfrentar la realidad. La inconformidad de la población irá haciendo grietas en el edificio de poder del partido oficial para provocar, años más tarde, su inevitable derrumbe.
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Tragicomedia Mexicana II es una crónica que narra los hechos suscitados de 1970 a 1982; es un libro que relata con humor los sucesos históricos de doce años del acontecer de la vida nacional.
Durante estos doce años, dos sexenios, la vida de México transcurrió como si se tratara de una película (mexicana setentera y con un presupuesto apretado), en la que los papeles protagónicos estaban a cargo de los presidentes Echeverría y López Portillo; los papeles secundarios los ocupaban los gobernantes y los ricos; y los papeles restantes, la clase media y la clase baja, eran tan sólo extras. En el peor de los casos, la sociedad mexicana no tenía papel en nuestra película y era únicamente espectadora, sentada en un cine de tercera, “disfrutando” de la producción cinematográfica.
En esta película, los presidentes sentían la necesidad de tener “mucho público” para sus mensajes y discursos. Acarreaban a multitudes tumultuosas que ovacionaban y aplaudían a nuestros personajes por sus monólogos que defendían la “causa revolucionaria” sintiéndose con este público héroes nacionales.
En las campañas (formas de comunicación política persuasiva) nuevamente se le prometía al pueblo lo que no había cumplido el partido oficial durante treinta años: democratización, exaltación de la mexicanidad (¿por medio de los “disfraces regionales” del presidente y la primera dama?), industrialización y mejores condiciones de vida para la población (bienestar para la familia revolucionaria). A éstas se le sumaron nuevas promesas innovadoras para simpatizar con la opinión pública: acercamiento a los jóvenes (¿por medio de los mecanismos represivos?), diálogo (que en realidad era un monólogo), “apertura”, crítica y autocrítica, reconocimiento de la injusta distribución de la riqueza (aunque no bastaba con sólo reconocerlo) y en general la necesidad de cambios, “muchos cambios”.
En este tiempo, se dieron transformaciones en la conciencia colectiva y hasta cierto punto un ensanchamiento de la libertad de expresión. Se puede decir que durante los sexenios de Echeverría y López Portillo surgen los líderes de opinión como los editorialistas y los comunicadores, como el escritor de Excélsior Cosío Villegas y Jacobo Zabludovsky con su noticiario televisivo 24 horas. No se puede dejar de mencionar las sátiras sangrientas y oportunistas de los diarios y editorialistas contra el sistema político.
Otro aspecto importante en el ámbito de la comunicación fue que surgieron los “foros de consulta” con la participación de personalidades políticas, sociólogos, politólogos, y otros expertos bajo el gobierno de López Portillo; el defecto de estos foros de consulta era que el pueblo mexicano no expresara su opinión .
Durante estos sexenios, los presidentes vivieron con grandes lujos, comodidades y caprichos cual emperadores romanos; comparten su fortuna y su alegría con sus familiares colocándolos en cargos políticos; gastan sumas considerables en viajes y artículos de lujo(como antigüedades francesas) totalmente ajenos a la realidad social del país; aseguran un futuro lleno de prosperidad con “humildes y pequeños” negocios (como Cancún).
En este periodo la economía se estancó y se padeció una severa crisis en todos los aspectos y una fuerte devaluación del peso frente al dólar. El modelo de sustitución de importaciones se deterioró generando una gran insuficiencia en el sector agropecuario, la elevación de la deuda pública, el desequilibrio regional, una balanza comercial deficitaria, escasez de recursos financieros, así como las repercusiones en la política internacional.
El disgusto de la población por las artimañas de los funcionarios se vio reflejado en las guerrillas urbanas, las protestas estudiantiles, las manifestaciones y los mítines, cuyos participantes eran fuertemente reprimidos o “castigados”. Nuevamente se hace ver la mano dura y pesada de los mandatarios por medio de las fuerzas represivas y la fuerzas de choque violentas con un enorme parecido a las SS nazis, cuyos métodos represores y de castigo eran semejantes a los de la Santa Inquisición
El Estado Mexicano, durante este tiempo, concentró su interés en la elite de los ricos. La clase media, en cambio, fue ignorada por el gobierno y tuvo que sobrevivir a la crisis. La clase baja, siguió creyendo en sus líderes y asistiendo a sus mítines políticos con la esperanza de que “el próximo sería el bueno”.
Los grandes rezagos de la educación y la pobreza extrema mantendrían vigente el fraude electoral por tres sexenios más. Sin embargo, México se aproximó cada vez más al despertar de un sueño de cuatro décadas para enfrentar la realidad. La inconformidad de la población irá haciendo grietas en el edificio de poder del partido oficial para provocar, años más tarde, su inevitable derrumbe.