En la mitología griega Dafne (en griego Δάφνη, ‘laurel’) era una dríade (ninfa de los árboles), hija del dios río Ladón de Arcadia con Gea o del dios río Peneo de Tesalia con Creúsa, una ninfa de las aguas que además era sacerdotisa de Gea.
Dafne fue perseguida por Apolo, a quien Eros había disparado una flecha dorada para que se enamorase de ella, pues estaba celoso porque Apolo había bromeado sobre sus habilidades como arquero, y también afirmaba que el canto de éste le molestaba. Dafne huyó de Apolo porque Eros le había disparado a su vez una flecha con punta de plomo, que provocaba desprecio y desdén. Durante la persecución, Dafne imploró ayuda al dios del río Peneo, quien la transformó en laurel, árbol que desde ese momento se convirtió en sagrado para Apolo.
Podría tratarse del amor no correspondido y Garcilaso se refleja en Apolo, que llora la perdida del ser amado pero no solo se trata de mitología.
El objeto de estudio de este trabajo de comparatismo será la relación, a mi entender patente, como dejaré entrever sobradamente en este estudio, entre el mito de Apolo y Dafne y la obra Lolita de Vladimir Nabokov.
He recurrido para esta comparación al texto sobre el mito que aparece en Las Metamorfosis de Ovidio, por parecerme este más rico en carga semántica y semiótica que otros textos consultados, en su mayoría meramente descriptivos. A lo largo de este trabajo intentaré también observar las curiosas "desavenencias" entre las descripciones del mito que he hallado durante mis lecturas, unas más interesantes que otras pero en ningún caso gratuitas.
Aparte de por la genialidad de la recreación de Bernini, este mito me pareció especialmente completo por la perfecta mezcla de todos los dilemas esencialmente humanos: el amor como empuje vital, como fuerza de acción a través de la pasión, la desdicha del rechazo de aquello que amamos y sobre todo la pérdida y una pérdida muy especial porque se produce a raíz de una transformación, de una cruel metamorfosis.
La tragedia del tiempo como motor de cambios irreversibles ha sido tratada profusamente a lo largo de la historia del arte y de las letras. representada con los tristes negros y ocres de un Palanker capturador de instantes siempre perecederos y en esencia dolorosos; por el desasosiego de los lienzos de Kaufman en los que el amor deja tras de sí un océano de hastío y miseria; e incluso por la tragedia real de la musa adolescente de Klimt, abandonada cuando ya no vertía su inocencia sobre el lienzo por el autor pareciendo recrear un cuento de Poe. por supuesto citar aquí una lista de autores y obras sería interminable e irrelevante pero pensemos en la saudade de Pessoa, la devastadora lengua de Margueritte Duras o la etílica melancolía de Benedetti.
La propia historia de Vladimir Nabokov es la de una pérdida, total y terrible, de todo lo que alguna vez amó sin más explicación que la de un cambio. De esta destrucción Nabokov hace surgir una nueva y definitiva belleza indestructible, por supuesto a través de la palabra. Él mismo califica su Lolita como "mi parto más complicado". tras leer el conjunto de su obra (o lo que he encontrado disponible, ya que muchos de los trabajos de Nabokov están escritos originalmente en ruso, en su mayoría traducidos al inglés pero no al español, aparte de sus trabajos como traductor de ruso), observo que como tras cualquier parto, la nueva criatura tiene la misma sangre que su padre, en este caso una sangre azul de nostalgia.
La historia de una pérdida es también la del personaje principal de Lolita: Humbert Humbert, el refinado profesor de literatura europeo marcado de antemano por la pérdida de un amor de juventud y destinado a la pérdida de su definitivo y único amor en la persona de Lolita, una niña de doce años que representa para el todo un mundo de perfección y de inocencia que nunca recobrará y que no podrá tocar más que como el fervoroso lepidoptero que clava el cuerpo de la bella mariposa muerta sobre su corcho en la pared para contemplarlo para siempre.
Las conexiones con el mito de Apolo y Dafne son evidentes. En Lolita y en el mito existe algo de lo que uno se enamora sin remedio, el joven Eros, juguetón y cruel como le representara Canova, lanza como venganza por sus burlas una flecha con punta de oro al pecho del dios Apolo que dirige su mirada a los encantos salvajes de Dafne contra cuyo pecho el travieso Eros lanza una punta de plomo. No hay discusión a esta flecha, a este amor inesperado. En ambas historias el objeto del amor se persigue aún en contra de la voluntad de este, en el texto de Ovidio se apunta incluso:
"Como cuando un perro de la Galia ve una liebre en la llanura al descubierto, se lanza, el uno para coger a presa, la otra para salvar la vida; el uno parece estar apunto de atraparla y espera conseguirlo y con el hocico alargado le estrecha los pasos, la otra está en la duda de si ha sido cogida y se escapa de esas mordeduras y deja la boca que la tocaba; de ese modo están el dios y la doncella: aquel se apresura por la esperanza, ésta por el temor ."
En el texto de Ovido se aprecia la dimensión teratológica que se apodera del tono del relato. Las pasiones aparecen como motor de acción cegando incluso a la razón, no olvidemos que Apolo, el más típicamente griego de todos los dioses es el dios civilizado por excelencia, al igual que el personaje de Humbert europeo de clase aristocrática (venido a menos, eso sí), culto e incluso apuesto al igual que Apolo. veamos también como Nabokov recrea esta misma dimensión en Lolita:
"The first little throb of Lolita went through me late in 1939 or early in 1940, in Paris, at a time when I was laid up with a severe attack of intercostal neuralgia. As far as I can recall, the initial shiver of inspiration was somehow prompted by a newspaper story about an ape in the Jardin des Plantes, who, after months of coaxing by a s
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Soneto XIII
A Dafne ya los brazos le crecían
y en luengos ramos vueltos se mostraban;
en verdes hojas vi que se tornaban
los cabellos qu'el oro escurecían;
de áspera corteza se cubrían 5
los tiernos miembros que aun bullendo 'staban;
los blancos pies en tierra se hincaban
y en torcidas raíces se volvían.
Aquel que fue la causa de tal daño,
a fuerza de llorar, crecer hacía 10
este árbol, que con lágrimas regaba.
¡Oh miserable estado, oh mal tamaño,
que con llorarla crezca cada día
la causa y la razón por que lloraba!
En la mitología griega Dafne (en griego Δάφνη, ‘laurel’) era una dríade (ninfa de los árboles), hija del dios río Ladón de Arcadia con Gea o del dios río Peneo de Tesalia con Creúsa, una ninfa de las aguas que además era sacerdotisa de Gea.
Dafne fue perseguida por Apolo, a quien Eros había disparado una flecha dorada para que se enamorase de ella, pues estaba celoso porque Apolo había bromeado sobre sus habilidades como arquero, y también afirmaba que el canto de éste le molestaba. Dafne huyó de Apolo porque Eros le había disparado a su vez una flecha con punta de plomo, que provocaba desprecio y desdén. Durante la persecución, Dafne imploró ayuda al dios del río Peneo, quien la transformó en laurel, árbol que desde ese momento se convirtió en sagrado para Apolo.
Podría tratarse del amor no correspondido y Garcilaso se refleja en Apolo, que llora la perdida del ser amado pero no solo se trata de mitología.
análisi exaustivo en la fuente
ponlo en google hay te aparece todo suerte
INTRODUCCIÓN
El objeto de estudio de este trabajo de comparatismo será la relación, a mi entender patente, como dejaré entrever sobradamente en este estudio, entre el mito de Apolo y Dafne y la obra Lolita de Vladimir Nabokov.
He recurrido para esta comparación al texto sobre el mito que aparece en Las Metamorfosis de Ovidio, por parecerme este más rico en carga semántica y semiótica que otros textos consultados, en su mayoría meramente descriptivos. A lo largo de este trabajo intentaré también observar las curiosas "desavenencias" entre las descripciones del mito que he hallado durante mis lecturas, unas más interesantes que otras pero en ningún caso gratuitas.
Aparte de por la genialidad de la recreación de Bernini, este mito me pareció especialmente completo por la perfecta mezcla de todos los dilemas esencialmente humanos: el amor como empuje vital, como fuerza de acción a través de la pasión, la desdicha del rechazo de aquello que amamos y sobre todo la pérdida y una pérdida muy especial porque se produce a raíz de una transformación, de una cruel metamorfosis.
La tragedia del tiempo como motor de cambios irreversibles ha sido tratada profusamente a lo largo de la historia del arte y de las letras. representada con los tristes negros y ocres de un Palanker capturador de instantes siempre perecederos y en esencia dolorosos; por el desasosiego de los lienzos de Kaufman en los que el amor deja tras de sí un océano de hastío y miseria; e incluso por la tragedia real de la musa adolescente de Klimt, abandonada cuando ya no vertía su inocencia sobre el lienzo por el autor pareciendo recrear un cuento de Poe. por supuesto citar aquí una lista de autores y obras sería interminable e irrelevante pero pensemos en la saudade de Pessoa, la devastadora lengua de Margueritte Duras o la etílica melancolía de Benedetti.
La propia historia de Vladimir Nabokov es la de una pérdida, total y terrible, de todo lo que alguna vez amó sin más explicación que la de un cambio. De esta destrucción Nabokov hace surgir una nueva y definitiva belleza indestructible, por supuesto a través de la palabra. Él mismo califica su Lolita como "mi parto más complicado". tras leer el conjunto de su obra (o lo que he encontrado disponible, ya que muchos de los trabajos de Nabokov están escritos originalmente en ruso, en su mayoría traducidos al inglés pero no al español, aparte de sus trabajos como traductor de ruso), observo que como tras cualquier parto, la nueva criatura tiene la misma sangre que su padre, en este caso una sangre azul de nostalgia.
La historia de una pérdida es también la del personaje principal de Lolita: Humbert Humbert, el refinado profesor de literatura europeo marcado de antemano por la pérdida de un amor de juventud y destinado a la pérdida de su definitivo y único amor en la persona de Lolita, una niña de doce años que representa para el todo un mundo de perfección y de inocencia que nunca recobrará y que no podrá tocar más que como el fervoroso lepidoptero que clava el cuerpo de la bella mariposa muerta sobre su corcho en la pared para contemplarlo para siempre.
Las conexiones con el mito de Apolo y Dafne son evidentes. En Lolita y en el mito existe algo de lo que uno se enamora sin remedio, el joven Eros, juguetón y cruel como le representara Canova, lanza como venganza por sus burlas una flecha con punta de oro al pecho del dios Apolo que dirige su mirada a los encantos salvajes de Dafne contra cuyo pecho el travieso Eros lanza una punta de plomo. No hay discusión a esta flecha, a este amor inesperado. En ambas historias el objeto del amor se persigue aún en contra de la voluntad de este, en el texto de Ovidio se apunta incluso:
"Como cuando un perro de la Galia ve una liebre en la llanura al descubierto, se lanza, el uno para coger a presa, la otra para salvar la vida; el uno parece estar apunto de atraparla y espera conseguirlo y con el hocico alargado le estrecha los pasos, la otra está en la duda de si ha sido cogida y se escapa de esas mordeduras y deja la boca que la tocaba; de ese modo están el dios y la doncella: aquel se apresura por la esperanza, ésta por el temor ."
En el texto de Ovido se aprecia la dimensión teratológica que se apodera del tono del relato. Las pasiones aparecen como motor de acción cegando incluso a la razón, no olvidemos que Apolo, el más típicamente griego de todos los dioses es el dios civilizado por excelencia, al igual que el personaje de Humbert europeo de clase aristocrática (venido a menos, eso sí), culto e incluso apuesto al igual que Apolo. veamos también como Nabokov recrea esta misma dimensión en Lolita:
"The first little throb of Lolita went through me late in 1939 or early in 1940, in Paris, at a time when I was laid up with a severe attack of intercostal neuralgia. As far as I can recall, the initial shiver of inspiration was somehow prompted by a newspaper story about an ape in the Jardin des Plantes, who, after months of coaxing by a s