El texto esta en el 1er Libro de Reyes, Capitulo 17, versiculos del al 24 y te expongo la interpretacion siguiente:
Cuando el arroyo de Elías se secó Dios le dio más instrucciones y lo envió
completamente afuera del territorio de Israel, a Sarepta, una aldea fenicia. ¡Qué
ironía que cuando Elías huye del promotor de un dios fenicio, halla refugio en
Fenicia! La viuda que conoció estaba dispuesta a alcanzarle un vaso de agua,
pero cuando por encima de eso le pidió pan, ella tuvo que admitir la pobreza en
la que vivía y cuánta hambre pasaba. Parece que ella se dio cuenta de que él
era un profeta del Dios de Israel. (¿Habría algo diferente en la apariencia de los
profetas de Jehovah en el tiempo de Elías? Ver sobre <112041>1 Reyes 20:41 y
<120223>2 Reyes 2:23-25.) Elías le aseguró que ella estaba en condiciones de
ofrecerle hospitalidad porque Dios había prometido que los escasos víveres
que le quedaban —harina y aceite— le durarían hasta que se acabara la sequía.
(Así nos enteramos de que la sequía anunciada por Elías abarcaba no sólo a
Israel sino hasta Fenicia.) La mujer le confió y obedeció (quizá porque
reconoció que el extranjero era un profeta), y la verdad de las palabras de Elías
se realizó.
Un poco después, el hijo de la viuda enfermó gravemente y parecía que iba a
morir; si en realidad murió o no, no está muy claro. La primera reacción de la
viuda fue pensar que Elías, el hombre de Dios, había causado esta tragedia
como castigo por sus pecados (18). Era una suposición corriente relacionar de
esta manera el sufrimiento con el pecado. Los amigos de Job dedujeron que
tendría que haber pecado para estar sufriendo así (<180804>Job 8:4; 11:6, etc.) y los
discípulos de Jesús saltaron a la conclusión de que la ceguera de un hombre era
el resultado de su pecado (<430901>Juan 9:1-3). El que sufre hoy en día se pregunta:
“¿Qué habré hecho para merecer esto?”, lo cual expresa la misma idea que las
palabras de la viuda en v. 18. Debemos recordar que el libro de Job rechaza la
manera de pensar de los amigos de Job, que Jesús rechazó la lógica de sus
discípulos y que la viuda en la historia actual estaba equivocada. La Biblia no
presume que haya una conexión inevitable de causa y efecto entre el pecado y
el sufrimiento (o entre rectitud y bendición), sino que deja lugar para el
sufrimiento que no se merece y que, desde el punto de vista humano, no se
puede explicar. El mismo Elías no tenía idea por qué había venido esta tragedia.
Su oración en el v. 20 muestra cuán desconcertado y enojado estaba. Luego
oró para que el joven fuese restaurado. No es clara la razón por la cual se
tendió sobre él; quizás estaba tratando simplemente de compartir el calor de su
cuerpo con el del niño para animarlo a que volviera a la vida. Pero la
restauración del joven fue la acción de Dios, en respuesta a la oración de Elías
(22).
La exclamación de la viuda en el v. 24 contiene una exquisita ironía: Una mujer
fenicia se dio cuenta de que Elías hablaba la palabra de Jehovah mientras que el
rey israelita, adorando a sus dioses fenicios, se negaba a reconocerlo. Jesús
mencionó la historia de Elías en Sarepta para respaldar su comentario de que al
profeta no lo aceptan en su propia tierra, para mucho disgusto de los que lo
escuchaban (<420424>Lucas 4:24-30).
Decidi trasncribirte esta interpretacion del Comentario Biblico Mundo Hispano. Mi interpretacion personal es que los siervos de Dios tambien sufren calamidades, que el Evangelio que algunos predican que estaremos excentos de problemas si somos consagrados a Dios es contrario a lo que Jesus dijo "En el mundo tendreis aflicciones, pero confiad, yo he vencido al mundo". Aunque seamos bendecidos como la viuda que no le falto el alimento material (la harina) ni el espiritual (simbolizado en el aceite) paso por una gran afliccion, aunque Dios no la abandono y devolvio la vida a su hijo. Saludos cordiales, yo.-
Y esta mujer que vivÃa con tantas dificultades para seguir adelante, que tenÃa que ir recogiendo leña echada por las calles o los caminos, a consecuencia del hambre generalizada en el paÃs estaba llegando a las últimas. La vida se habÃa hecho imposible. Los precios eran exorbitantes. El fin estaba a la mano. Y entonces ocurre algo extraordinario.
La mujer está recogiendo unos leños secos cuando un hombre de extraño aspecto, con un búculo en la mano, de avanzada edad, cubierto de polvo, que se dirigÃa al pueblo, le dice que le traiga un vaso de agua.
La mujer hizo la tarta y comieron los tres. Y la harina no escaseó ni menguó el aceite de la tinaja. La fe de la mujer se está reavivando. ¿ Cómo es posible negar la evidencia de que Dios proveÃa para ellos, con la intervención de aquel varón extraño, que se habÃa quedado aposentado en la casa.
ElÃas clama a Dios apenado pór los sufrimientos de la viuda. Dios le concede poder para hacer recobrar la salud al hijo. Solo con el niño ruega a Dios que le sea devuelta el alma al niño. «Jehová oyó la voz de ElÃas», una vez más, y al poco el niño estaba sano en el regazo de la madre.
Las palabras que pronuncia ahora la madre nos hablan de otro milagro, no menos sorprendente que recobrar la salud del cuerpo; la recuperación de la salud del alma. Llena de gratitud y asombro la viuda exclama: «Ahora conozco que tú eres varón de Dios, y que la palabra de Jehová es verdad en tu boca.»
Que es una mujer de Fe y Generosa. Primero de fe, porque creyó lo que el profeta le aseguró y generosa por compartir aquello que representaba la única posibilidad de vida para ella y para su hijo.
No cabe duda de que Jehová Dios bendice a los que muestran un espÃritu dadivoso (Proverbios 11:25). La viuda de Sarepta no tuvo que sufrir por haber cedido lo que creÃa que era su última comida. Jehová la recompensó milagrosamente. Conforme a la promesa de ElÃas, la harina y el aceite de sus vasijas no escaseó hasta que finalizó la sequÃa. Incluso recibió una recompensa mayor: cuando su hijo enfermó y murió, ElÃas, el hombre del Dios verdadero, le devolvió la vida. Aquello debió de fortalecerla mucho espiritualmente.
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El texto esta en el 1er Libro de Reyes, Capitulo 17, versiculos del al 24 y te expongo la interpretacion siguiente:
Cuando el arroyo de Elías se secó Dios le dio más instrucciones y lo envió
completamente afuera del territorio de Israel, a Sarepta, una aldea fenicia. ¡Qué
ironía que cuando Elías huye del promotor de un dios fenicio, halla refugio en
Fenicia! La viuda que conoció estaba dispuesta a alcanzarle un vaso de agua,
pero cuando por encima de eso le pidió pan, ella tuvo que admitir la pobreza en
la que vivía y cuánta hambre pasaba. Parece que ella se dio cuenta de que él
era un profeta del Dios de Israel. (¿Habría algo diferente en la apariencia de los
profetas de Jehovah en el tiempo de Elías? Ver sobre <112041>1 Reyes 20:41 y
<120223>2 Reyes 2:23-25.) Elías le aseguró que ella estaba en condiciones de
ofrecerle hospitalidad porque Dios había prometido que los escasos víveres
que le quedaban —harina y aceite— le durarían hasta que se acabara la sequía.
(Así nos enteramos de que la sequía anunciada por Elías abarcaba no sólo a
Israel sino hasta Fenicia.) La mujer le confió y obedeció (quizá porque
reconoció que el extranjero era un profeta), y la verdad de las palabras de Elías
se realizó.
Un poco después, el hijo de la viuda enfermó gravemente y parecía que iba a
morir; si en realidad murió o no, no está muy claro. La primera reacción de la
viuda fue pensar que Elías, el hombre de Dios, había causado esta tragedia
como castigo por sus pecados (18). Era una suposición corriente relacionar de
esta manera el sufrimiento con el pecado. Los amigos de Job dedujeron que
tendría que haber pecado para estar sufriendo así (<180804>Job 8:4; 11:6, etc.) y los
discípulos de Jesús saltaron a la conclusión de que la ceguera de un hombre era
el resultado de su pecado (<430901>Juan 9:1-3). El que sufre hoy en día se pregunta:
“¿Qué habré hecho para merecer esto?”, lo cual expresa la misma idea que las
palabras de la viuda en v. 18. Debemos recordar que el libro de Job rechaza la
manera de pensar de los amigos de Job, que Jesús rechazó la lógica de sus
discípulos y que la viuda en la historia actual estaba equivocada. La Biblia no
presume que haya una conexión inevitable de causa y efecto entre el pecado y
el sufrimiento (o entre rectitud y bendición), sino que deja lugar para el
sufrimiento que no se merece y que, desde el punto de vista humano, no se
puede explicar. El mismo Elías no tenía idea por qué había venido esta tragedia.
Su oración en el v. 20 muestra cuán desconcertado y enojado estaba. Luego
oró para que el joven fuese restaurado. No es clara la razón por la cual se
tendió sobre él; quizás estaba tratando simplemente de compartir el calor de su
cuerpo con el del niño para animarlo a que volviera a la vida. Pero la
restauración del joven fue la acción de Dios, en respuesta a la oración de Elías
(22).
La exclamación de la viuda en el v. 24 contiene una exquisita ironía: Una mujer
fenicia se dio cuenta de que Elías hablaba la palabra de Jehovah mientras que el
rey israelita, adorando a sus dioses fenicios, se negaba a reconocerlo. Jesús
mencionó la historia de Elías en Sarepta para respaldar su comentario de que al
profeta no lo aceptan en su propia tierra, para mucho disgusto de los que lo
escuchaban (<420424>Lucas 4:24-30).
Decidi trasncribirte esta interpretacion del Comentario Biblico Mundo Hispano. Mi interpretacion personal es que los siervos de Dios tambien sufren calamidades, que el Evangelio que algunos predican que estaremos excentos de problemas si somos consagrados a Dios es contrario a lo que Jesus dijo "En el mundo tendreis aflicciones, pero confiad, yo he vencido al mundo". Aunque seamos bendecidos como la viuda que no le falto el alimento material (la harina) ni el espiritual (simbolizado en el aceite) paso por una gran afliccion, aunque Dios no la abandono y devolvio la vida a su hijo. Saludos cordiales, yo.-
Hola Diana Que Dios te bemdiga
La Viuda de Sarepta
«Levántate, vete a Sarepta de Sidón y mora allÃ; he aquà yo he dado orden allà a una mujer viuda que te sustente» (l Reyes 17:9).
Lease: 1ra. de Reyes 17
Vamos a hablar no del milagro de ElÃas, sino de la viuda.
Esta mujer habÃa perdido a su marido, y con ello el medio de sustento de la familia. TenÃa un niño, eso sÃ, pero su edad no le permitÃa ser ningún apoyo para la casa, sino una carga material para la madre. A la viuda no le faltaban las preocupaciones. Su vida habÃa cambiado por completo desde la muerte, del marido. Y podemos suponer también que su fe se habÃa amortiguado gravemente. Es posible que todavÃa tuviera alguna fe en el Dios de Israel, pero el relato de Reyes no nos lo permite dilucidar.
Y esta mujer que vivÃa con tantas dificultades para seguir adelante, que tenÃa que ir recogiendo leña echada por las calles o los caminos, a consecuencia del hambre generalizada en el paÃs estaba llegando a las últimas. La vida se habÃa hecho imposible. Los precios eran exorbitantes. El fin estaba a la mano. Y entonces ocurre algo extraordinario.
La mujer está recogiendo unos leños secos cuando un hombre de extraño aspecto, con un búculo en la mano, de avanzada edad, cubierto de polvo, que se dirigÃa al pueblo, le dice que le traiga un vaso de agua.
La mujer podÃa muy bien darle agua, asà que se va camino a la casa para ir a buscársela, pero habÃa dado sólo unos pasos cuando aquel extraño personaje la vuelve a llamar: «Te ruego que me traigas también un bocado de pan en tu mano.»
La mujer con una mirada triste le contestó que ni tan solo tenÃa pan cocido, aunque sà un poco de harina y que precisamente estaba recogiendo dos leños para prepararlo y comérselo, untado con un poco de aceite que también le quedaba, junto con su hijo. Después de haberlo comido no le quedaba más recurso que dejarse morir de hambre.
Y entonces vienen las noticias estupendas, que de momento la mujer escucharÃa con oÃdos incrédulos: «La harina de la tinaja no escaseará, ni el aceite de la vasija disminuirá, hasta el dÃa en que Jehová haga llover sobre la faz de la tierra.»
La mujer hizo la tarta y comieron los tres. Y la harina no escaseó ni menguó el aceite de la tinaja. La fe de la mujer se está reavivando. ¿ Cómo es posible negar la evidencia de que Dios proveÃa para ellos, con la intervención de aquel varón extraño, que se habÃa quedado aposentado en la casa.
El segundo paso adelante en la fe para la viuda fue una nueva prueba. Esta vez fue el hijo que enfermó hasta quedar sin aliento. Entonces la viuda no pudo por menos que recapacitar sobre su vida pasada. Según la mentalidad de la época una enfermedad tenÃa que interpretarse como una visitación divina: eran sus propios pecados que habÃan causado el desastre en el hijo. Con la conciencia turbada, y tratando de defenderse, a ciegas, se dirige al profeta en su desespero y le increpa: «¿Qué tengo que ver contigo varón de Dios? ¿Has venido a mà para hacer morir a mi hijo?»
ElÃas clama a Dios apenado pór los sufrimientos de la viuda. Dios le concede poder para hacer recobrar la salud al hijo. Solo con el niño ruega a Dios que le sea devuelta el alma al niño. «Jehová oyó la voz de ElÃas», una vez más, y al poco el niño estaba sano en el regazo de la madre.
Las palabras que pronuncia ahora la madre nos hablan de otro milagro, no menos sorprendente que recobrar la salud del cuerpo; la recuperación de la salud del alma. Llena de gratitud y asombro la viuda exclama: «Ahora conozco que tú eres varón de Dios, y que la palabra de Jehová es verdad en tu boca.»
ESPERO HABERTE AYUDADO. FELIZ NAVIDAD.
Que es una mujer de Fe y Generosa. Primero de fe, porque creyó lo que el profeta le aseguró y generosa por compartir aquello que representaba la única posibilidad de vida para ella y para su hijo.
El relato de 1 Reyes 17:8-24 describe a una persona de fe inmensa, tan inmensa, de hecho, que Jesucristo alabó a esta viuda casi un milenio después. (Lucas 4:25,26).
No cabe duda de que Jehová Dios bendice a los que muestran un espÃritu dadivoso (Proverbios 11:25). La viuda de Sarepta no tuvo que sufrir por haber cedido lo que creÃa que era su última comida. Jehová la recompensó milagrosamente. Conforme a la promesa de ElÃas, la harina y el aceite de sus vasijas no escaseó hasta que finalizó la sequÃa. Incluso recibió una recompensa mayor: cuando su hijo enfermó y murió, ElÃas, el hombre del Dios verdadero, le devolvió la vida. Aquello debió de fortalecerla mucho espiritualmente.
Hoy no esperamos que se nos bendiga con portentos (1 Corintios 13:8). No obstante, Jehová nos asegura que sostendrá a quienes le sirvan de toda alma. (Mateo 6:33) En este aspecto podemos ser como la viuda de Sarepta, dando generosamente con la confianza de que Jehová Dios nos cuidará. Asimismo podemos disfrutar de grandes recompensas espirituales. Adquirir el hábito de dar, en lugar de hacerlo esporádicamente, de improviso, nos ayudará a mantener el ojo sencillo y enfocado en los intereses del Reino de Dios, como recomendó Jesús. (Lucas 11:34; compárese con 1 Corintios 16:1,2) También nos ayudará a sentirnos más cerca de Jehová y Jesús como sus colaboradores. (1 Corntios 3:9)
A veces somos sorprendidos por estos parajes bÃblicos, pareciera que rompen las normas establecidas; sin embargo, no nos toca a nosotros juzgar, creo que Dios tiene licencias que sólo él puede otorgar. A mi me parece además que la audacia de una mujer (o de un hombre)
puede cumplir con algún propósito de Dios, mas allá de
nuestra propia visión. al fin de cuentas nadie escapará al real juicio
de su Majestad.