El modernismo tuvo su mayor auge entre los años 1892 y 1902. Se considera que las primeras pinturas modernistas se encuentran en el Castillo de Roquetaillade (Francia). Eugene Viollet-le-Duc restauró el castillo en la década de 1850 y aun cuando su ideal para el torreón del castillo era producir una recreación gótica, la imitación dio lugar a frescos que son ejemplos del un estilo germinal modernista, arguyéndose a la vista de sus movimientos orgánicos, los colores y la gracia de sus formas. La primera señal evidente del movimiento modernista se puede reconocer en la década de 1880 en un conjunto de diseños progresistas tales como el diseño para la tapa del libro publicado en 1883 del diseñador y arquitecto Arthur Mackmurdo que hizo en referencia a las iglesias diseñadas por Sir Christopher Wren. Se puede aducir también la tendencia en algunos diseños de hierro forjado con formas flotantes libres, o algunas diseños textiles florales, la mayoría de los cuales poseían algún ímpetu derivado de los patrones del diseño victoriano.
La libertad vindicada en la década de 1890 por los artistas de las distintas secesiones ocurridas en las distintas ciudades europeas dio sustento ideológico y visibilidad pública al movimiento. Un punto destacado en la evolución del modernismo fue la Exposición Universal de París del 1900, en la cual el modernismo triunfó en cada medio expuesto. De todos modos se puede decir que alcanzó su apogeo en la Exposición Internacional del Arte Decorativo Moderno de 1902 en Turín, Italia, donde los diseñadores exhibieron obras de todos los países europeos donde el modernismo floreció. El movimiento hizo uso de muchas innovaciones tecnológicas de finales del siglo XIX, especialmente el amplio uso del hierro expuesto –aprovechándolo más allá de su función arquitectónica- así como el uso de grandes piezas de cristal de forma irregular – vitraux- en arquitectura. Para el comienzo de la Primera Guerra Mundial, la naturaleza altamente decorativa del diseño modernista –que lo hacía caro de producir- comenzó a ser abandonado en favor del arte moderno que con sus trazos más simples y rectilíneos -y por lo tanto más barato- y estando más en armonía con la estética plana y tosca de los diseños industriales luego derivaría en el Art Decó.
Las características que —en general— permiten reconocer al modernismo decorativo propiamente dicho son:
La inspiración en la naturaleza y el uso profuso de elementos de origen natural pero con preferencia en los vegetales y las formas redondeadas de tipo orgánico entrelazándose con el motivo central.
El uso de la línea curva y la asimetría, tanto en las plantas y alzados de los edificios como en la decoración. Una derivación de este estilo en la década de 1920 es el denominado Art decó por lo que a veces se le suele confundir con el modernismo.
Hay también una tendencia a la estilización de los motivos, siendo menos frecuente la representación estrictamente realista de éstos.
Una fuerte tendencia al uso de imágenes femeninas, las cuales se muestran en actitudes delicadas y gráciles, con un aprovechamiento generoso de las ondas en los cabellos y los pliegues de las vestimentas.
Una actitud tendente a la sensualidad y a la complacencia de los sentidos, con un guiño hacia lo erótico en algunos casos.
La libertad en el uso de motivos de tipo exótico, sean éstos de pura fantasía o con inspiración en distintas culturas lejanas o antiguas.
La aplicación envolvente del motivo tomando alguna de las características anteriormente mencionadas en contraposición con las características habituales del objeto a decorar. Esto se puede observar en la aplicación en el mobiliario, en arquitectura, en los afiches o posters promocionales o en objetos de uso cotidiano donde el elemento destacado de tipo orgánico envuelve o se une con el objeto que decora.
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El modernismo tuvo su mayor auge entre los años 1892 y 1902. Se considera que las primeras pinturas modernistas se encuentran en el Castillo de Roquetaillade (Francia). Eugene Viollet-le-Duc restauró el castillo en la década de 1850 y aun cuando su ideal para el torreón del castillo era producir una recreación gótica, la imitación dio lugar a frescos que son ejemplos del un estilo germinal modernista, arguyéndose a la vista de sus movimientos orgánicos, los colores y la gracia de sus formas. La primera señal evidente del movimiento modernista se puede reconocer en la década de 1880 en un conjunto de diseños progresistas tales como el diseño para la tapa del libro publicado en 1883 del diseñador y arquitecto Arthur Mackmurdo que hizo en referencia a las iglesias diseñadas por Sir Christopher Wren. Se puede aducir también la tendencia en algunos diseños de hierro forjado con formas flotantes libres, o algunas diseños textiles florales, la mayoría de los cuales poseían algún ímpetu derivado de los patrones del diseño victoriano.
La libertad vindicada en la década de 1890 por los artistas de las distintas secesiones ocurridas en las distintas ciudades europeas dio sustento ideológico y visibilidad pública al movimiento. Un punto destacado en la evolución del modernismo fue la Exposición Universal de París del 1900, en la cual el modernismo triunfó en cada medio expuesto. De todos modos se puede decir que alcanzó su apogeo en la Exposición Internacional del Arte Decorativo Moderno de 1902 en Turín, Italia, donde los diseñadores exhibieron obras de todos los países europeos donde el modernismo floreció. El movimiento hizo uso de muchas innovaciones tecnológicas de finales del siglo XIX, especialmente el amplio uso del hierro expuesto –aprovechándolo más allá de su función arquitectónica- así como el uso de grandes piezas de cristal de forma irregular – vitraux- en arquitectura. Para el comienzo de la Primera Guerra Mundial, la naturaleza altamente decorativa del diseño modernista –que lo hacía caro de producir- comenzó a ser abandonado en favor del arte moderno que con sus trazos más simples y rectilíneos -y por lo tanto más barato- y estando más en armonía con la estética plana y tosca de los diseños industriales luego derivaría en el Art Decó.
Las características que —en general— permiten reconocer al modernismo decorativo propiamente dicho son:
La inspiración en la naturaleza y el uso profuso de elementos de origen natural pero con preferencia en los vegetales y las formas redondeadas de tipo orgánico entrelazándose con el motivo central.
El uso de la línea curva y la asimetría, tanto en las plantas y alzados de los edificios como en la decoración. Una derivación de este estilo en la década de 1920 es el denominado Art decó por lo que a veces se le suele confundir con el modernismo.
Hay también una tendencia a la estilización de los motivos, siendo menos frecuente la representación estrictamente realista de éstos.
Una fuerte tendencia al uso de imágenes femeninas, las cuales se muestran en actitudes delicadas y gráciles, con un aprovechamiento generoso de las ondas en los cabellos y los pliegues de las vestimentas.
Una actitud tendente a la sensualidad y a la complacencia de los sentidos, con un guiño hacia lo erótico en algunos casos.
La libertad en el uso de motivos de tipo exótico, sean éstos de pura fantasía o con inspiración en distintas culturas lejanas o antiguas.
La aplicación envolvente del motivo tomando alguna de las características anteriormente mencionadas en contraposición con las características habituales del objeto a decorar. Esto se puede observar en la aplicación en el mobiliario, en arquitectura, en los afiches o posters promocionales o en objetos de uso cotidiano donde el elemento destacado de tipo orgánico envuelve o se une con el objeto que decora.
Espero te sirva de algo esta información.
Tradicionalmente se ha venido asociando el inicio del movimiento modernista, a la publicación, en 1888, de Azul..., de Rubén DarÃo, a causa de la innegable repercusión del libro en las literaturas hispánicas. Autores que participaron de una estética semejante y que publicaron en la primera mitad de la década, como los poetas cubanos José Martà y Julián del Casal, los mexicanos Manuel Gutiérrez Nájera y Salvador DÃaz Mirón, el guatemalteco Enrique Gómez Carrillo, el peruano Manuel González Prada, el colombiano José Asunción Silva o el español Salvador Rueda, fueron considerados únicamente "precursores" del modernismo. La crÃtica actual, sin embargo, los considera autores plenamente modernistas. Luego hay autoras como Aurora Cáceres que dieron un toque feminista al movimiento. La segunda generación incluye poetas como José Santos Chocano, Amado Nervo, Alberto Alvarez de Cienfuegos Cobos y Alfonsina Storni.