En un primer nivel de comprensión, podríamos dejarlo así:
La vid y el viñador
Jesús nos asegura que Él es la verdadera vid, es el árbol bendito que quiere dar fruto. Todos sabemos lo que es una vid, una parra, y sabemos que su fruto es la uva. Lo que sabemos también es que necesita ser cuidada para que su fruto sea bueno. Si alguna vez hemos podido visitar un viñedo, o verlo desde el costado de un alambrado, pudimos darnos cuenta del trabajo que demanda mantener la vid de la forma adecuada para que dé el fruto esperado a su tiempo.
“Mi Padre es el viñador”. Jesús nos dice que su Padre es el viñador, el que cuida, podríamos decir amorosamente, que la vid no se enferme, que si está enferma se cure, que tenga los nutrientes y el agua necesaria para que dé fruto y ese fruto sea abundante.
Lo anterior nos lleva a darnos cuenta de la inmensa tarea que desarrolla Dios Padre en Jesucristo y a través de Él en nosotros. Que el Padre sea el viñador significa literalmente que Dios está dando “la gracia” necesaria para que la vida fructifique. Dios se preocupa constantemente de que todo esté bien, Dios, en su providencia, siempre está atento a que la vid y los sarmientos tengan vida y la tengan en abundancia.
Podados para dar mucho fruto
Estas palabras pronunciadas por Jesús acerca de ser Él la vid, su Padre el viñador, y nosotros los sarmientos que tienen que dar fruto, muestra de manera gráfica todo lo que vive el cristiano. Es fácil cuando todo sale bien y no hay problemas, al cristiano que le va bien le es fácil pensar: “Mi Padre Dios se preocupa por mí y a través de Jesucristo me llega la gracia-savia que necesito para vivir. ¡Qué bueno que es Dios!”. Pero cuando llega el momento de la prueba, cuando la poda se hace presente, a veces no entendemos. Nos hemos formado pensando que porque estamos con Dios no tenemos que tener ningún sufrimiento, que nada nos puede doler, para eso está Dios que nos protege. Pero Jesús nos invita a que nos demos cuenta que en realidad el dolor y el sufrimiento a veces vienen tomados de la mano del crecimiento. No significa que algo malo nos pase, significa que nos están podando para que demos más fruto. Nuestra sociedad actual identifica sufrimiento y dolor con situación mala, cosas negativas, parecería que cuando sufrimos o sentimos dolor es porque nos va mal. Pero como vemos aquí, no siempre es así. Hoy se nos enseña que la experiencia del dolor no siempre va ligada al fracaso o a lo malo, sino también al crecimiento, a la superación, a la perfección. Pongamos un ejemplo: un atleta que quiere superar su propia capacidad actual, debe esforzarse más y ese esfuerzo va ligado al dolor y al sufrimiento. Él no lo ve como algo que debe evitar, sino más bien, lo busca y provoca porque sabe que es el único modo que tiene de superarse a sí mismo. Dios, Padre Bueno, hace lo mismo por nosotros. Nosotros, hijos malcriados, nos quejamos de todo.
Permanecer para dar mucho fruto
No podemos negar que somos hijos de Dios, hermanos de Jesús. Si esto es verdad, cuánta más verdad hay también en el hecho de que los hijos se parecen a sus padres, si de nuestros padres biológicos sacamos el carácter, la manera de ser, la apariencia física; de Dios, no puede ser menos, la misma savia divina que pasa por Jesús es la que nos alimenta. Somos herederos de su perfección. Somos herederos de la abundancia de su generosidad. Por eso Jesús nos invita a dar mucho fruto, ¿pensábamos acaso que se conformaría con menos? Él sabe quiénes son sus sarmientos y qué fruto pueden dar, pero también sabe que para dar fruto hay que permanecer en Él. Si te cortaron la luz no esperes que se encienda la lamparita. ¡Qué irrisoria, qué fuera de lugar nos suena desde esta perspectiva las palabras de aquellos que pretenden ser buenos cristianos sin estar plenamente unidos a Jesús!
¿Cómo estar plenamente unidos si no somos capaces de recurrir, frecuentemente, a los sacramentos de la Confesión y la Eucaristía? ¿Cómo estar plenamente unidos a Jesús si no meditamos constantemente la Palabra de Dios? ¿Cómo estar plenamente unidos a Él si ni siquiera nos preocupa vivir como Él vivió?
Jesús termina diciendo en el v. 7 “Pidan lo que quieran y lo obtendrán”. Nosotros somos muy pedigüeños, la mayoría de nuestras oraciones son pedidos de ayuda, hasta nos enojamos cuando no obtenemos lo que queremos. Esto está bien, si no nos olvidamos de lo que dice el principio del v. 7 “Si ustedes permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y lo obtendrán”. La condición necesaria para obtener lo que necesitamos es permanecer en Jesús y guardar sus palabras en nuestro corazón.
Si queremos dar verdadero fruto, y eso fruto sea en abundancia. Si queremos obtener lo que necesitamos para nosotros y también intercediendo por los demás; sabemos que el camino es permanecer en Jesús y hacer que sus palabras estén siempre en nosotros. El viñador sigue cuidándonos, la vid sigue entregando su savia, de nosotros los sarmientos depende que el fruto sea abundante.
En un segundo nivel de comprensión, podríamos dejarlo así:
Los frutos de los cuales Jesús habla son frutos que duran para la vida eterna, que no se deterioran, que están siempre frescos.
Estos frutos son las obras del cristiano y simboliza el sarmiento, cada uno de nosotros, que se encuentra en la gracia de Dios porque está unido a Jesús que es la vid, dador de la savia a toda la viña.
El deseo de Cristo es que llevamos mucho fruto y por esto nos poda, nos pone a prueba porque quiere que permanezcamos en Él. "No dice que permanezcamos con "él", sino "en" él. Permanecer en Cristo es una elección que sólo nos corresponde hacer a nosotros. Ser fieles a ella sólo será posible con la gracia de su misericordia.
Además, "permanecer en Cristo" no significa sólo hacer coincidir nuestro actuar, pensar y desear con su voluntad, sino que requiere un constante empeño en el amor. Amor que confirmamos día tras día en cada actividad de nuestra vida.
Sólo el amor constante es auténtico. La inconstancia en el amor se llama volubilidad. Un amor que no decae, sino que afronta y resiste a las dificultades de la vida, a pesar de los golpes y de los ataques. Este amor se fortalece, se purifica, se vuelve poco a poco más fuerte. Así el Viñador, podando y cortando, trata de refinar cada vez más el vino, fruto de cada sarmiento, para que nos parezcamos a aquel perfecto y sublime amor de Cristo. Aferremos nos, pues, a la vid, que es Cristo, y gustemos su amistad, la savia que nos sustenta durante el camino terrenal.
Un tercer nivel de comprensión sería este. Tiene la ventaja de que nos enseña a apreciar la UNidad de Jesús, Dios -el Padre- y nosotros. Somos Uno. Jesús quería que nosotros fuéramos Uno con el padre. esta parábola es especialmente buena para ello.
Recuerdo una vez se me ocurrió la loquera de entrevistar a todos los sacerdotes ya avanzados en años que me encontrara, y entre las preguntas que les hacía, les planteaba la siguiente hipótesis: "Si usted tuviera la oportunidad de decir algo a todos los católicos del mundo, ¿qué les diría?
La respuesta ha pasado a ser en mi corazón una de esas frases lapidarias que se guardan para toda la vida, tanto es así que te la transcribo aquí de memoria: "Que amen a Cristo, que amen a Cristo, porque sin él nada podemos hacer".
A lo mejor estás pensando que estoy cambiando un poquito el evangelio, o que estoy mezclando citas diversas, pero cuando Cristo dice: "permaneced en mí" está queriendo decir que lo amemos, es así como nos unimos a él, y es así como permanecemos en él. Es así como damos fruto. Un manzano da frutos dando manzanas y un limón dando limones, pero un cristiano, ¿cómo da frutos? Amando y haciendo que otros amen.
Dios nunca se deja ganar en generosidad. Tiene un defecto, no sabe medirse, cuando ama, se da totalmente. Y si su amor no tiene límites, que no lo tenga tampoco el nuestro. Para ilustrar esta generosidad el evangelio nos ayuda mucho, si lo amamos: - Permanecemos en él, es decir, vivimos el cielo por adelantado. - Damos fruto, es decir si amamos, nos realizamos porque es para esto para lo que fuimos creados y para hace que otros amen.
- Podemos pedir lo que queramos porque lo conseguiremos.
- Y además damos gloria a Dios porque su gloria es que nosotros demos mucho fruto y que permanezcamos en Cristo, que seamos sus discípulos.
Más fácil, no se puede, lo único que tenemos que hacer es: "Amar" que como ya dijimos, amar es cumplir sus mandamientos; y para concluir te comparto una frase en el que el P. Marcial Maciel, L.C. sintetiza perfectamente esta gran realidad: "Amor es donación".
Que el es el arbol que da vida y que alimenta a los que estan en EL y que EL Padre quita a las ramas secas y a los frutos que no salen bien o se hechan a perder para que la planta (Jesús) este más libre y de más y mejor fruto al ser podada.
Jesús es laplanta y nosotros las uvas, sin él las uvas se secarían y sin Dios no habría nadie que las haya plantado!!!que las mantenga, que las ayude a crecer
Jesús decía que Dios había plantado una vid (Jesús) que estaba libre de todo fruto marchito (pecado) y que a partir de esa vid se iban a derivar otras que aunque tuvieran frutos marchitos sus frutos eran buenos.
Amiga Dios te bendiga, la Vid se refiere a las Uvas, habla de un Viñero, esta hablando en parabola, Jesus se pone como un viñero y El Padre el que se encarga de LIMPIAR EL VIÑERO. Si lees un poco mas, puedes entender que el pampano que da furtos es Limpiado para que de mas fruto, pero el que no lleva fruto es coretado y hechado al fuego. Todo esto para decir que hay que vivir una vida Cristiana Verdaderra y fructifera.... Aun hay mas, pero es un poco profundo....
¿Quieres descubrir que hacer para que la pasión permanezca intacta a lo largo de los abriles? o ¿Quieres conocer cómo indisponer y exceder una situación de infidelidad? Entonces necesitas el manual Recuperar Mi Matrimonio de aquí https://tr.im/1Em8b .
Recuperar Mi Matrimonio es uno de los libros más completos que puedes tener. Esta guía deja muy claro todo lo que tienes que hacer para recuperar el matrimonio como bien dice el titulo.
De este modo que, si tu matrimonio está en crisis o definitivamente se acabó y quieres resolver los problemas y restablecer la relación, este puede ser el ejemplar más importante que leerás en mucho tiempo.
Tal como Jehová asemejó al Israel literal a una vid, Jesús empleó una metáfora similar. Durante lo que muchos conocen como la Última Cena, Jesús dijo a sus discípulos: “Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el cultivador” (Juan 15:1). Luego, Jesús comparó a sus discípulos con los sarmientos de la vid. Así como los sarmientos de una vid literal reciben su fuerza del tronco principal, los discípulos de Cristo deben permanecer en unión con él. “Separados de mí ustedes no pueden hacer nada”, dijo Jesús (Juan 15:5). Los viticultores cultivan una vid por su fruto, y Jehová espera que su pueblo produzca fruto espiritual, lo cual le reporta satisfacción y lo glorifica a Él, el Cultivador de la vid (Juan 15:8).
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En un primer nivel de comprensión, podríamos dejarlo así:
La vid y el viñador
Jesús nos asegura que Él es la verdadera vid, es el árbol bendito que quiere dar fruto. Todos sabemos lo que es una vid, una parra, y sabemos que su fruto es la uva. Lo que sabemos también es que necesita ser cuidada para que su fruto sea bueno. Si alguna vez hemos podido visitar un viñedo, o verlo desde el costado de un alambrado, pudimos darnos cuenta del trabajo que demanda mantener la vid de la forma adecuada para que dé el fruto esperado a su tiempo.
“Mi Padre es el viñador”. Jesús nos dice que su Padre es el viñador, el que cuida, podríamos decir amorosamente, que la vid no se enferme, que si está enferma se cure, que tenga los nutrientes y el agua necesaria para que dé fruto y ese fruto sea abundante.
Lo anterior nos lleva a darnos cuenta de la inmensa tarea que desarrolla Dios Padre en Jesucristo y a través de Él en nosotros. Que el Padre sea el viñador significa literalmente que Dios está dando “la gracia” necesaria para que la vida fructifique. Dios se preocupa constantemente de que todo esté bien, Dios, en su providencia, siempre está atento a que la vid y los sarmientos tengan vida y la tengan en abundancia.
Podados para dar mucho fruto
Estas palabras pronunciadas por Jesús acerca de ser Él la vid, su Padre el viñador, y nosotros los sarmientos que tienen que dar fruto, muestra de manera gráfica todo lo que vive el cristiano. Es fácil cuando todo sale bien y no hay problemas, al cristiano que le va bien le es fácil pensar: “Mi Padre Dios se preocupa por mí y a través de Jesucristo me llega la gracia-savia que necesito para vivir. ¡Qué bueno que es Dios!”. Pero cuando llega el momento de la prueba, cuando la poda se hace presente, a veces no entendemos. Nos hemos formado pensando que porque estamos con Dios no tenemos que tener ningún sufrimiento, que nada nos puede doler, para eso está Dios que nos protege. Pero Jesús nos invita a que nos demos cuenta que en realidad el dolor y el sufrimiento a veces vienen tomados de la mano del crecimiento. No significa que algo malo nos pase, significa que nos están podando para que demos más fruto. Nuestra sociedad actual identifica sufrimiento y dolor con situación mala, cosas negativas, parecería que cuando sufrimos o sentimos dolor es porque nos va mal. Pero como vemos aquí, no siempre es así. Hoy se nos enseña que la experiencia del dolor no siempre va ligada al fracaso o a lo malo, sino también al crecimiento, a la superación, a la perfección. Pongamos un ejemplo: un atleta que quiere superar su propia capacidad actual, debe esforzarse más y ese esfuerzo va ligado al dolor y al sufrimiento. Él no lo ve como algo que debe evitar, sino más bien, lo busca y provoca porque sabe que es el único modo que tiene de superarse a sí mismo. Dios, Padre Bueno, hace lo mismo por nosotros. Nosotros, hijos malcriados, nos quejamos de todo.
Permanecer para dar mucho fruto
No podemos negar que somos hijos de Dios, hermanos de Jesús. Si esto es verdad, cuánta más verdad hay también en el hecho de que los hijos se parecen a sus padres, si de nuestros padres biológicos sacamos el carácter, la manera de ser, la apariencia física; de Dios, no puede ser menos, la misma savia divina que pasa por Jesús es la que nos alimenta. Somos herederos de su perfección. Somos herederos de la abundancia de su generosidad. Por eso Jesús nos invita a dar mucho fruto, ¿pensábamos acaso que se conformaría con menos? Él sabe quiénes son sus sarmientos y qué fruto pueden dar, pero también sabe que para dar fruto hay que permanecer en Él. Si te cortaron la luz no esperes que se encienda la lamparita. ¡Qué irrisoria, qué fuera de lugar nos suena desde esta perspectiva las palabras de aquellos que pretenden ser buenos cristianos sin estar plenamente unidos a Jesús!
¿Cómo estar plenamente unidos si no somos capaces de recurrir, frecuentemente, a los sacramentos de la Confesión y la Eucaristía? ¿Cómo estar plenamente unidos a Jesús si no meditamos constantemente la Palabra de Dios? ¿Cómo estar plenamente unidos a Él si ni siquiera nos preocupa vivir como Él vivió?
Jesús termina diciendo en el v. 7 “Pidan lo que quieran y lo obtendrán”. Nosotros somos muy pedigüeños, la mayoría de nuestras oraciones son pedidos de ayuda, hasta nos enojamos cuando no obtenemos lo que queremos. Esto está bien, si no nos olvidamos de lo que dice el principio del v. 7 “Si ustedes permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y lo obtendrán”. La condición necesaria para obtener lo que necesitamos es permanecer en Jesús y guardar sus palabras en nuestro corazón.
Si queremos dar verdadero fruto, y eso fruto sea en abundancia. Si queremos obtener lo que necesitamos para nosotros y también intercediendo por los demás; sabemos que el camino es permanecer en Jesús y hacer que sus palabras estén siempre en nosotros. El viñador sigue cuidándonos, la vid sigue entregando su savia, de nosotros los sarmientos depende que el fruto sea abundante.
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En un segundo nivel de comprensión, podríamos dejarlo así:
Los frutos de los cuales Jesús habla son frutos que duran para la vida eterna, que no se deterioran, que están siempre frescos.
Estos frutos son las obras del cristiano y simboliza el sarmiento, cada uno de nosotros, que se encuentra en la gracia de Dios porque está unido a Jesús que es la vid, dador de la savia a toda la viña.
El deseo de Cristo es que llevamos mucho fruto y por esto nos poda, nos pone a prueba porque quiere que permanezcamos en Él. "No dice que permanezcamos con "él", sino "en" él. Permanecer en Cristo es una elección que sólo nos corresponde hacer a nosotros. Ser fieles a ella sólo será posible con la gracia de su misericordia.
Además, "permanecer en Cristo" no significa sólo hacer coincidir nuestro actuar, pensar y desear con su voluntad, sino que requiere un constante empeño en el amor. Amor que confirmamos día tras día en cada actividad de nuestra vida.
Sólo el amor constante es auténtico. La inconstancia en el amor se llama volubilidad. Un amor que no decae, sino que afronta y resiste a las dificultades de la vida, a pesar de los golpes y de los ataques. Este amor se fortalece, se purifica, se vuelve poco a poco más fuerte. Así el Viñador, podando y cortando, trata de refinar cada vez más el vino, fruto de cada sarmiento, para que nos parezcamos a aquel perfecto y sublime amor de Cristo. Aferremos nos, pues, a la vid, que es Cristo, y gustemos su amistad, la savia que nos sustenta durante el camino terrenal.
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Un tercer nivel de comprensión sería este. Tiene la ventaja de que nos enseña a apreciar la UNidad de Jesús, Dios -el Padre- y nosotros. Somos Uno. Jesús quería que nosotros fuéramos Uno con el padre. esta parábola es especialmente buena para ello.
Recuerdo una vez se me ocurrió la loquera de entrevistar a todos los sacerdotes ya avanzados en años que me encontrara, y entre las preguntas que les hacía, les planteaba la siguiente hipótesis: "Si usted tuviera la oportunidad de decir algo a todos los católicos del mundo, ¿qué les diría?
La respuesta ha pasado a ser en mi corazón una de esas frases lapidarias que se guardan para toda la vida, tanto es así que te la transcribo aquí de memoria: "Que amen a Cristo, que amen a Cristo, porque sin él nada podemos hacer".
A lo mejor estás pensando que estoy cambiando un poquito el evangelio, o que estoy mezclando citas diversas, pero cuando Cristo dice: "permaneced en mí" está queriendo decir que lo amemos, es así como nos unimos a él, y es así como permanecemos en él. Es así como damos fruto. Un manzano da frutos dando manzanas y un limón dando limones, pero un cristiano, ¿cómo da frutos? Amando y haciendo que otros amen.
Dios nunca se deja ganar en generosidad. Tiene un defecto, no sabe medirse, cuando ama, se da totalmente. Y si su amor no tiene límites, que no lo tenga tampoco el nuestro. Para ilustrar esta generosidad el evangelio nos ayuda mucho, si lo amamos: - Permanecemos en él, es decir, vivimos el cielo por adelantado. - Damos fruto, es decir si amamos, nos realizamos porque es para esto para lo que fuimos creados y para hace que otros amen.
- Podemos pedir lo que queramos porque lo conseguiremos.
- Y además damos gloria a Dios porque su gloria es que nosotros demos mucho fruto y que permanezcamos en Cristo, que seamos sus discípulos.
Más fácil, no se puede, lo único que tenemos que hacer es: "Amar" que como ya dijimos, amar es cumplir sus mandamientos; y para concluir te comparto una frase en el que el P. Marcial Maciel, L.C. sintetiza perfectamente esta gran realidad: "Amor es donación".
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Otro enlace interesante podría ser:
seglaresclaretianos.claret.org/doc/RevisionVida.pdf
http://www.jesus.teologia.upsa.es/subsecciones.asp...
"Yo soy la vid verdadera,
mi padre es el viñador,
quien se separe de ella,
su vida no salvara.
Vengan a mi, para que den su fruto unidos a la vid
y si a mi Padre ustedes glorificaran,
mis verdaderos discipulos seran...."
Que el es el arbol que da vida y que alimenta a los que estan en EL y que EL Padre quita a las ramas secas y a los frutos que no salen bien o se hechan a perder para que la planta (Jesús) este más libre y de más y mejor fruto al ser podada.
Jesús es laplanta y nosotros las uvas, sin él las uvas se secarían y sin Dios no habría nadie que las haya plantado!!!que las mantenga, que las ayude a crecer
la vid es la planta que,a traves de ella fluye la vida hasta las uvas..nosotros....dios es el que cuida de la planta y el que recogera la uva..
significa que cuando estamos en jesus somo como un arbol y que sin el no somos nada
Jesús decía que Dios había plantado una vid (Jesús) que estaba libre de todo fruto marchito (pecado) y que a partir de esa vid se iban a derivar otras que aunque tuvieran frutos marchitos sus frutos eran buenos.
Amiga Dios te bendiga, la Vid se refiere a las Uvas, habla de un Viñero, esta hablando en parabola, Jesus se pone como un viñero y El Padre el que se encarga de LIMPIAR EL VIÑERO. Si lees un poco mas, puedes entender que el pampano que da furtos es Limpiado para que de mas fruto, pero el que no lleva fruto es coretado y hechado al fuego. Todo esto para decir que hay que vivir una vida Cristiana Verdaderra y fructifera.... Aun hay mas, pero es un poco profundo....
Dios te Bendiga
<<<Cristo Vive>>>
¿Quieres descubrir que hacer para que la pasión permanezca intacta a lo largo de los abriles? o ¿Quieres conocer cómo indisponer y exceder una situación de infidelidad? Entonces necesitas el manual Recuperar Mi Matrimonio de aquí https://tr.im/1Em8b .
Recuperar Mi Matrimonio es uno de los libros más completos que puedes tener. Esta guía deja muy claro todo lo que tienes que hacer para recuperar el matrimonio como bien dice el titulo.
De este modo que, si tu matrimonio está en crisis o definitivamente se acabó y quieres resolver los problemas y restablecer la relación, este puede ser el ejemplar más importante que leerás en mucho tiempo.
Tal como Jehová asemejó al Israel literal a una vid, Jesús empleó una metáfora similar. Durante lo que muchos conocen como la Última Cena, Jesús dijo a sus discípulos: “Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el cultivador” (Juan 15:1). Luego, Jesús comparó a sus discípulos con los sarmientos de la vid. Así como los sarmientos de una vid literal reciben su fuerza del tronco principal, los discípulos de Cristo deben permanecer en unión con él. “Separados de mí ustedes no pueden hacer nada”, dijo Jesús (Juan 15:5). Los viticultores cultivan una vid por su fruto, y Jehová espera que su pueblo produzca fruto espiritual, lo cual le reporta satisfacción y lo glorifica a Él, el Cultivador de la vid (Juan 15:8).